2017-10-25 10:49:00

Papa Francisco: Dios no niega su gracia a quien se arrepiente


“Cada vez que un hombre, haciendo el último examen de conciencia de su vida descubre que las faltas superan ampliamente las obras de bien, no debe desanimarse, sino confiarse a la misericordia de Dios”. Un verdadero mensaje de esperanza el del Papa Francisco en la última catequesis dedicada a este tema que nos ha acompañado desde los inicios del presente año litúrgico.

El Santo Padre Francisco partió de aquel “trágico y santo viernes”, en que Jesucristo llega al extremo de su encarnación, de su solidaridad con nosotros pecadores: “Es allí, -dijo- en el Calvario, donde Jesús tiene su última cita con un pecador, para abrir a él las puertas de su Reino”. Y es la única vez que la palabra «paraíso» aparece en los evangelios.

“La palabra «paraíso»  - explicó en español - es una de las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz y está dirigida al buen ladrón. Ante su muerte inminente le hace una petición humilde a Jesús: «Acuérdate de mí cuando entres en tu Reino». No tiene obras buenas para ofrecerle pero se confía a él. Esa palabra de humilde arrepentimiento ha sido suficiente para tocar el corazón de Jesús. El buen ladrón nos recuerda nuestra verdadera condición ante Dios: que somos sus hijos y que Él viene a nuestro encuentro, teniendo compasión de nosotros. No existe ninguna persona, por muy mala que haya sido en su vida, a la que Dios le niegue su gracia si se arrepiente. Ante Dios nos encontramos todos con las manos vacías, pero esperando en su misericordia”.

Con estas últimas palabras, que el pontífice pronunció también en italiano, el Papa abrió las puertas de la esperanza una vez más a todos los que quieran abrazarla. En efecto, con su pensamiento en las habitaciones de los muchos hospitales y celdas de prisiones, en donde “el milagro de la compasión de Dios se repite innumerables veces”, reiteró que “no hay persona, por cuánto mal haya vivido, a la que le quede sólo la desesperación y le sea prohibida la gracia”.

El Obispo de Roma recordó asimismo, que en la hora de la muerte, aunque no hubiese nadie que se acuerde de nosotros, Jesús sí está allí, a nuestro lado, para llevarnos al lugar más bello que existe, es decir, al paraíso, que, tal como precisó, “no es un lugar de cuentos o un jardín encantado, sino el abrazo de  con Dios, Amor infinito”. Es ésa la meta de nuestra existencia, afirmó el Pontífice: que todo se cumpla y se transforme en amor. “Si creemos esto la muerte deja de darnos miedo, y podemos esperar partir de este mundo en modo sereno, con tanta confianza”, porque “quien ha conocido Jesús, no teme más a nada”.

En la conclusión de su catequesis en español el Santo Padre animó a poner siempre la confianza en el Señor, pidiendo que en el último momento de nuestra vida también se acuerde de nosotros y abra para nosotros las puertas del Paraíso, e impartió su bendición. 

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

 








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