Radio Vaticano en español para Guinea Ecuatorial y África

Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco

«¡Oremos por los misioneros en todo el mundo!»

Fue la exhortación del Obispo de Roma, en la segunda audiencia general de octubre, el mes que la Iglesia universal dedica en especial a las misiones.

En sus palabras de aliento por la muestra «In nomine Domine» - «En el nombre del Señor», dedicada al Cardenal Adam Kosloviecki, organizada en la Pontificia Universidad Urbaniana, el Santo Padre destacó la figura del misionero jesuita polaco, que había sido detenido en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, que fuera el primer Arzobispo de Lusaka y que gastó su vida en el humilde servicio al pueblo de Zambia.

«Que el recuerdo de este gran misionero», deseó el Papa Francisco «nos sensibilice ante las necesidades espirituales y materiales de las naciones africanas».

En sus palabras en español, el Santo Padre invitó:

«Animo a todos a que, siguiendo el ejemplo de nuestra Madre la Virgen María, vivan con una esperanza vigilante, y sean para cuantos los rodean portadores de la luz y de la caricia del Dios de la Misericordia»

Alentando asimismo a permanecer unidos a Jesús, fortalecidos en la redención, el Papa advirtió en su catequesis que «aunque el mundo entero predique contra la esperanza, el cristiano sabe que en el futuro está el retorno de Cristo» en hizo hincapié en esa dichosa cita con el Señor:

«¿Han pensado en cómo será ese encuentro con Jesús, cuando Él venga? ¡Será un abrazo, una alegría enorme, una gran alegría! ¡Nosotros tenemos que vivir en espera de este encuentro!»

«Invoquemos la intercesión de María Santísima para que nos ayude a ser en todas partes, especialmente en las periferias de la sociedad, la viña que el Señor ha plantado por el bien de todos y a llevar el vino nuevo de la misericordia del Señor»

Introduciendo el rezo del Ángelus en la cita mariana del segundo domingo de Octubre, el Santo Padre recordó la alianza que Dios quiso establecer con la humanidad, historia de amor y de ternura divina, que nuestro Padre no se cansa de brindarnos.

(CdM – RV)