2017-09-15 20:16:00

“Toda la vida vivió con el alma atravesada”, dijo el Papa de la Virgen de los Dolores


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Leo un testimonio de un paisano de Argentina y devoto de nuestra Señora de los Dolores. Dice Hugo Vazquez, mi pueblo en Córdoba Argentina, fue trazado por el cura Juan Vicente Brizuela, alrededor de la iglesia parroquial. Es decir, puso la iglesia al centro cuando armó los planos de la ciudad, después de haber traído en burro una imagen de la Virgen de los Dolores desde la Rioja. Por eso el lugar dejó de llamarse "paso del león" para llamarse "Villa Dolores".

Ahí la "Madre del alma" tiene el corazón atravesado por la espada del dolor de los sufrimientos de su hijo. Con la mano izquierda, da la impresión de que me llama a contarle las penas y en la mano derecha sostiene un pañuelo blanco, que yo digo –refiere Hugo Vazquez, es el pañuelo del consuelo. Porque ese pañuelito que la Madre de Jesús tiene en su mano es como el recuerdo; como un pedacito de la Sábana Santa, aquella en la que Jesús estaba envuelto en el sepulcro cuando resucitó vivo de entre los muertos. Un pedacito de esa sábana santa, que es como el mantel blanco que cubre todos los altares del mundo, porque así era el sepulcro, como una mesa.

Pero al tercer día María Santísima recibió una visita especial. Jesús se le presentó resucitado y le dijo: "Mamá, alégrate, estuve muerto pero ahora vivo para siempre".

Por eso, desde lo que para mí y para muchos otros, es como el centro del mundo, donde siempre volvemos, Nuestra Señora de los Dolores me llama y dice: “Si tienes una pena en el corazón viene a mí hijo mío, que yo te daré el consuelo de la resurrección de Jesús”.








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