2017-08-11 18:51:00

La radicalidad del Evangelio, vivida por Clara de Asís y Maximiliano Kolbe, fulgura en la Liturgia y resplandece en la Asunción de María


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

¡Si! La radicalidad del Evangelio de Jesús pobre y humilde, que entrega la vida por los otros, vivida por santa Clara -excepcional discípula de san Francisco, fundadora con el santo de Asís de las monjas Clarisas-, a la que celebramos el 11 de agosto; resplandece también –esta radicalidad del Evangelio con toda su valentía, ternura, belleza, en el martirio de san Maximiliano Kolbe, asesinado en el Campo nazi de Concentración de Auschwitz cuando, por la fuga de un prisionero, se ofrece en lugar de un padre de familia elegido para una punición.

Hoy en tantos países, solamente por la fe en Jesucristo, los cristianos son asesinados brutalmente. De modo que hay más mártires hoy que en los inicios. ¿Será esta sangre, la belleza de sus testimonios, semilla para mí de un compromiso de fe más radical; de una coherencia mayor en el seguimiento de Jesús?

“Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”, reza Pedro a Jesús en el Evangelio de la Fiesta de Santa Clara de Asís.“Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos”, confiesa Jesús a sus discípulos en la fiesta de San Maximiliano Kolbe.
“Feliz de ti por haber creído”, reza Isabel en el Evangelio de la Solemnidad de la Asunción de María al cielo el 15 de agosto.
“Todas las generación me felicitarán”, responde María de Nazaret, Madre de Dios.

Alumbremos a la Madre de Dios y nuestra y a estos santos, para que ellos nos iluminen y animen en la nuestra peregrinación al Encuentro de Jesús y de servicio a los hermanos más frágiles.

 








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