2017-08-04 13:24:00

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars


(RV).-“Vuestra misión está llena de obstáculos, pero también de alegrías. Pero sobretodo es una misión. Una misión de amor, porque no se puede enseñar sin amar, y sin el reconocimiento de que lo que dan, es sólo un derecho que se reconoce, el del aprendizaje. Y hay tantas cosas que enseñar, pero la más importante es la de hacer crecer una conciencia libre, capaz de confrontarse con la realidad, y de orientarse dentro de ésta, guiada por el amor, por la voluntad de comprometerse con los demás, de hacerse cargo de sus fatigas, de sus heridas, y de rehuir cualquier egoísmo, para servir al bien común”. Palabras del Papa Francisco a los sacerdotes durante su visita a Barbiana, Florencia.

En cada momento de la historia y en cada lugar, las almas han mostrado un modo singular de acoger y transmitir en Evangelio. El 4 de agosto la Iglesia celebra la memoria de San Juan María Vianney  que vivió en la Francia revolucionaria y también el tiempo que vino después, en el entorno de la campiña francesa.

 Para el Santo cura de Ars, el cuidado de las almas no pasaba por objetivos lejanos ni aventuras del espíritu, sino más bien por la dulzura y el cuidado de todo lo que concernía a los más próximos, los miembros de su parroquia en la localidad francesa de Ars cerca de Lyon.

San Juan María Vianney vivía todo cuanto había recibido para el servicio de Dios con todo amor. Se preparaba en cuerpo y alma con oración, renuncias y mortificación. A través de los recursos propios de un párroco: el Evangelio, las obras de misericordia, la formación de los más desprotegidos, el catecismo, y de modo especial, la confesión que practicaba durante largas horas; además del consejo lúcido y el buen entendimiento de tantas personas que llegaban de todas partes de Francia, su labor daba frutos incesantes de conversiones y de fe.

Su preocupación alcanzaba a la belleza “de la casa de Dios y las solemnidades de la iglesia”, y entre sus legados se encuentran los muchos cuidados del templo, y los ornamentos y vestimentas de la ceremonia, en las que ponía hasta sus propios escasos recursos para aportar un mayor esplendor y significado visual.

A lo largo de sus 40 años como Cura de Ars, fueron muchos los frutos de su labor evangélica, y a pesar de no salir apenas del entorno donde primero fue enviado como sacerdote por sus superiores de la diócesis, consiguió atraer muchas almas a Dios y difundir la inmensa delicadeza de su fe, su discernimiento y su amor a Dios. Fue proclamado patrono de los sacerdotes, especialmente de los párrocos, por el Papa Benedicto XVI.

Escuchamos a continuación las voces de nuestros oyentes devotos del Santo Cura de Ars.

(Isabel Cantos - RV)








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