2017-07-08 08:00:00

Radio Vaticano en español para Guinea Ecuatorial y África


Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco

El Papa Francisco acudió a saludar a Benedicto XVI con los cinco nuevos cardenales, que creó en la víspera de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo de 2017.

El abrazo en la fe al Papa Emérito, en el Monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines Vaticanos.

Después del rito en la Basílica vaticana, acompañaron al Papa Francisco los nuevos purpurados Jean Zerbo, Arzobispo de  Bamako, Mali; Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona, España;  Anders Arborelius, Obispo de Estocolmo, Suecia;  Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, vicario apostólico de Paksé, Laos y, Gregorio Rosa Chávez, Auxiliar de la arquidiócesis de San Salvador, El Salvador.

«Jesús no los ha llamado para ser ‘príncipes’ en la Iglesia, sino a servir como Él y con Él», les dijo el Papa Francisco en su homilía:

«Jesús los llama y nos llama a afrontar con su misma actitud el pecado del mundo y sus consecuencias para la humanidad de hoy».

Los llama y nos llama a mirar la realidad que guía sus pasos hacia Jerusalén, la realidad de la Cruz y de la Resurrección, el pecado del mundo que vino a tomar sobre sí y arrancar de la tierra:

«La realidad son los inocentes que sufren y mueren a causa de las guerras y el terrorismo; es la esclavitud que no cesa de pisar la dignidad también en la época de los derechos humanos; la realidad es la de los campos de refugiados que a veces se asemejan más a un infierno que a un purgatorio; la realidad es el descarte sistemático de todo lo que ya no sirve, incluidas las personas».

El Papa concluyó su homilía invitando a invocar con fe al Espíritu Santo, a través de la intercesión de la Virgen María, «para que reduzca toda distancia entre nuestro corazón y el corazón de Cristo, y toda nuestra vida sea un servicio a Dios y a los hermanos».

«¿Pero tú te encuentras con Jesús, le rezas a Jesús? Quizá es lo primero que debemos preguntarle a un cristiano»

Introduciendo el rezo del Ángelus del XIII domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco hizo hincapié en la importancia de la relación del discípulo misionero con el Señor y reiteró que el misionero no se lleva a sí mismo sino a Jesús, y mediante Él, el amor del Padre celeste».

Jesús debe ser el centro del corazón y de la vida del discípulo misionero, subrayó el Obispo de Roma, rogando la maternal intercesión de la Virgen María para que «nos  ayude a ser libres y alegres misioneros del Evangelio».

Después de la oración a la Madre de Dios y del responso por los difuntos, el Papa expresó su cercanía a las familias que han perdido a sus hijos en las manifestaciones en Venezuela, con un renovado y apremiante llamamiento para que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y democrática a la crisis que sufre esa amada nación.

(CdM – RV)








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