2017-05-10 19:07:00

Video mensaje del Papa Francisco por la peregrinación al Santuario de Fátima


A pocos días de emprender su peregrinación al Santuario de Fátima, en ocasión del centenario de las Apariciones de la Beata Virgen María en la Cova da Iria, el Papa Francisco envió un video mensaje al pueblo portugués. Éstas fueron las palabras del Pontífice:

Texto y audio completo del mensaje:

¡Querido pueblo portugués!

Faltan pocos días para la peregrinación, mía y vuestra, a los pies de la Virgen de Fátima, que vivimos en la gozosa espera de nuestro encuentro en la casa de la Madre. Sé que me querrían también en sus casas y comunidades, en sus pueblos y ciudades: la invitación me llegó. No es necesario que les diga que me habría gustado aceptarla, pero no puedo. Ya desde ahora agradezco a las distintas Autoridades por la comprensión con la cual han aceptado mi decisión de limitar la visita a los momentos y a los actos propios de la peregrinación al Santuario de Fátima, fijando la cita con todos a los pies de la Virgen Madre.

De hecho, me presento ante la Virgen como Pastor universal, ofreciéndole un ramo con las «flores» más bellas que Jesús ha confiado a mi cuidado (cf. Jn 21, 15-17), es decir, los hermanos y hermanas de todo el mundo redimidos por su sangre, sin excluir a nadie. Por eso necesito que se unan a mí; necesito que se unan —física o espiritualmente, lo importante es que brote del corazón— para componer mi ramo de flores, mi «rosa de oro». De este modo, formando todos «un solo corazón y una sola alma» (cf. Hch 4,32), los confiaré a la Virgen, pidiéndole que les susurre: «Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios» (Aparición, junio de 1917).

«Con María, peregrino en la esperanza y en la paz»: así reza el lema de esta peregrinación nuestra, que contiene todo un programa de conversión. Me alegra saber que, para ese bendito momento que culmina un siglo de momentos benditos, se están preparando con una oración intensa. Ella ensancha nuestro corazón y lo prepara para recibir los dones de Dios. Les agradezco las oraciones y los sacrificios que ofrecen cada día por mí, y que tanto necesito, porque soy un pecador entre pecadores, «hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros» (Is 6,5). La oración ilumina mis ojos para poder ver a los demás como Dios los ve, para amar a los demás como Él los ama.

En su nombre, iré hasta ustedes con la alegría de compartir con todos el Evangelio de la esperanza y de la paz. El Señor los bendiga y la Virgen Madre los proteja.

 








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