2017-04-15 11:09:00

Radio Vaticano en español para Guinea Ecuatorial y África


Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco

(RV).- «¡Tomen como amiga y modelo de vida a la Virgen María, que permaneció a los pies de la Cruz de Jesús, amando Ella también hasta el extremo! El que ama pasa de la muerte a la vida: es el amor que hace la Pascua»

Estas palabras del Papa Francisco resuenan con un matiz especial, el Sábado Santo, en el que la Iglesia universal, uniéndose espiritualmente a la Madre de Dios y Madre nuestra, permanece en oración junto al sepulcro, en espera de la Noche Santa y de la solemne Vigilia pascual, en la que resuena el canto gozoso del Exsultet y del Aleluya para proclamar la Resurrección de Cristo.

Así exhortó el Santo Padre en su audiencia general, alentando a los numerosos peregrinos de tantas partes del mundo, para que siguiendo el ejemplo de la Virgen María, la Semana Santa nos prepare a celebrar la resurrección del Señor Jesús con el corazón purificado y renovado por la gracia del Espíritu Santo

«Sin la Virgen María no podemos ir adelante en nuestro sacerdocio», aseguró también el Papa Francisco el Jueves Santo, en su homilía en la Misa Crismal, que concluyó alentando a los queridos sacerdotes a contemplar y beber de  tres odres nuevos, que vienen de la alegría del Evangelio:

El odre perfecto que es Nuestra Señora la Virgen María, con el icono de la Buena Noticia que mana de las tinajas de piedra de las bodas de Caná (cf. Jn 2,6). María es el odre nuevo de la plenitud contagiosa. «Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286), Nuestra Señora de la prontitud, la que apenas ha concebido en su seno inmaculado al Verbo de vida, sale a visitar y a servir a su prima Isabel.

El odre que desborda de Misericordia, evocando el alma samaritana y al Espíritu Santo

Y el odre inmenso del Corazón traspasado del Señor, con su integridad mansa —humilde y pobre— que atrae a todos hacia sí.

Con el anhelo de que «la Buena Noticia tenga en nosotros la plenitud contagiosa que transmite con todo su ser nuestra Señora, la concreción inclusiva del anuncio de la Samaritana, y la integridad mansa con que el Espíritu brota y se derrama, incansablemente, del Corazón traspasado de Jesús nuestro Señor».

(CdM – RV)








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