2017-04-13 17:39:00

“Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”, dice Jesús a sus discípulos


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Lo que Cristo hace con los discípulos el jueves santo no es poco. Es tan grande lo que sucede en la Última Cena que solo puede ser sostenido y comprendió en el misterio de un poderoso amor capaz de vencer el mal y al maligno, el pecado y la muerte.

El jueves santo Jesús lavó los pies a los discípulos; instituyó el sacramento de la Eucaristía dándoles su cuerpo y sangre. Y también instituyó el sacramento del Orden sagrado mandando que hagan la Eucaristía en memoria suya.

Y en esto no hay otra cosa, otra voluntad, otra razón en el corazón de Jesús de Nazaret que la voluntad de AMAR Y SERVIR en todo.

Aunque todavía no han dado la sentencia del juicio falso, ni ha sido levantada la cruz, el corazón de Cristo ya está roto por la traición de Judas, la falta de comprensión de sus discípulos, la persecución y amenaza de muerte. Y, sin embargo, Jesús continúa abajándose, sirviéndolos. Para enseñarles que el único poder es el servicio, y aunque "el que ama pierde poder" -como dijo también el Papa Francisco el 12 de abril-, Jesús se ata una toalla a la cintura y se pone a lavarles los pies uno por uno. Después les adelanta el sentido de lo que sucederá, porque lo apresarán, torturarán y matarán pero Jesús entrega su vida libre y conscientemente para la Vida del mundo y  para la reconciliación. Y entonces toma el pan, lo parte y se lo da diciéndoles, toman y coman mi cuerpo que será entregado por ustedes. Tomen y beban mis sangre que será derramada por ustedes. Hagan esto en memoria mía.

Y hoy lo celebramos porque creemos en Jesús y porque esto es lo que nos sostiene: el amor invencible y herido de Jesús, la Eucaristía, el servicio por amor.








All the contents on this site are copyrighted ©.