2017-03-18 09:53:00

Nota Eclesial: La misericordia renueva y redime


(RV).- Un encuentro que renueva y redime vive la samaritana, al ser saciada con el agua de la gracia que brota de la fuente misericordiosa de Jesucristo. Así quien descubre que el Hijo de Dios pide de beber pero, para dar de su gracia, podrá decir como aquella mujer: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed” (Juan 4, 15).

Cristo pide de beber para llamar la atención de quienes tienen sed de Dios, pero son atendidos por la injusticia y la indiferencia. El Hijo de Dios pide de beber para dar de beber, su agua calma la necesidad de su gracia, dice Jesús: “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed” (Juan 4, 14).

La misericordia de Dios calma la sed del pecador. Explica el Papa Francisco en su Carta Misericordia et Misera, que “la misericordia renueva y redime, porque es el encuentro de dos corazones: el de Dios, que sale al encuentro, y el del hombre. Mientras este se va encendiendo, aquel lo va sanando: el corazón de piedra es transformado en corazón de carne (cf. Ez 36,26), capaz de amar a pesar de su pecado”. (16)

Es Dios quien sale al encuentro de hombre, que incluso rompiendo las barreras entre judíos y samaritanos nos muestra la importancia del carácter social de la misericordia, dando el primer paso al servicio sin importan a quien. “El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y proyectos no queden sólo en letra muerta” (Misericordia et Misera 19). 

Escuchemos con atención la Palabra de Señor que también nos dice hoy: “Dame de beber” (Juan 4, 7) para que convirtamos nuestro corazón en vasija dispuesta a recibir los torrentes de gracia de su misericordia, para saciar nuestra sed y ser fuente de misericordia para el prójimo.

Pbro. Johan Pacheco para RADIO VATICANA.

@padrejohan

  








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