2017-02-20 14:15:00

El Papa a los parroquianos: oración, antídoto contra el odio


(RV).- La tarde del domingo 19 de febrero el Santo Padre Francisco realizó una visita pastoral, en su calidad de Obispo de Roma, a otra parroquia de su diócesis, en esta ocasión a la de Santa María Josefa del Corazón de Jesús en Ponte di Nona, que se encuentra al Este de la periferia de la capital italiana. Esta parroquia ya había recibido en el pasado la visita de un Sucesor de Pedro. Concretamente la de San Juan Pablo II, hace ya quince años, cuando la iglesia acababa de ser construida.

Para el Papa Bergoglio se ha tratado de su 13ª visita a una comunidad parroquial romana, insertada en un barrio con diversas problemáticas, como el degrado social, la pobreza y el desempleo. De ahí que el Obispo de Roma haya invitado, en la homilía de la Misa que presidió, a recorrer el camino de la santidad pidiendo la gracia de no permanecer en el rencor y de llegar a ser capaces de rezar por los enemigos.

La Santa Misa que celebró el Pontífice en la iglesia de Santa María Josefa del Corazón de Jesús coronó una tarde dominical rica de encuentros con las personas y los grupos de esa parroquia.

Sumamente vivaz, como era de esperarse, fue el encuentro con los niños y jóvenes que asisten al catecismo con quienes el Papa Francisco dialogó y respondió a diversas preguntas, entre las cuales: “¿Por qué llegaste a ser Papa?”; “cuando eras pequeño, ¿qué querías ser de grande?”, o “¿cuál ha sido el momento más difícil de tu vida?”.

Después, el Santo Padre saludó a los enfermos y ancianos, así como a los padres cuyos niños acaban de recibir el Sacramento del Bautismo, sin olvidar a las familias necesitadas que reciben asistencia por parte de la Caritas parroquial, junto a sus propios agentes.

El Sucesor de Pedro, hablando espontáneamente en su homilía puso de manifiesto el mensaje propuesto  por las lecturas del día que es único e indica un programa de vida, a saber: “Sean santos, porque Yo, el Señor su Dios, soy santo”. Y “sean perfectos como es perfecto su Padre celestial”. Pero – se preguntó el Pontífice – ¿cuál es el camino para llegar a ser santos?”. Jesús – dijo el Papa – lo explica con cosas concretas”:

“Ninguna venganza. ‘Me la hiciste: ¡me la pagarás!’. ¿Esto es cristiano? No. ¿‘Me la pagarás’ no entra en el lenguaje de un cristiano. Ninguna venganza. Ningún rencor. Es el camino del perdón, de olvidar las ofensas”.

El Papa Francisco explicó que las grandes guerras, las matanzas de tantas personas, de niños, y todo el odio que hay en el mundo es el mismo odio que tú tienes en tu corazón por alguien, si bien, ciertamente, aquel otro es amplificado, pero es el mismo:

“Perdonar en mi corazón. Es éste el camino de la santidad y esto aleja de las guerras. Pero si todos los hombres y las mujeres del mundo aprendieran esto, no existirían las guerras. No existirían. La guerra comienza aquí, en la amargura, en el rencor, en el deseo de venganza, de hacer pagar. Pero esto destruye a las familias, destruye amistades y destruye barrios”.

“Dios es magnánimo – prosiguió diciendo el Santo Padre – Dios tiene un corazón grande, que perdona todo, es misericordioso. Si Él es misericordioso, si Él es santo, si Él es perfecto, nosotros debemos ser misericordiosos, santos y perfectos como Él. Y ésta – añadió –  es la santidad”:

“Yo les sugiero que comiencen con poco. Todos tenemos enemigos; todos sabemos que aquel o aquella habla de mí. Todos lo sabemos. Y todos sabemos que aquel o aquella me odia. Todos lo sabemos. Comencemos con poco”.

Además – prosiguió diciendo el Papa – Jesús pide que recemos por los enemigos, por aquellos que no son buenos, por todos:

“¿Nosotros rezamos por aquellos que matan a los niños en la guerra? Es difícil, es algo muy alejado... Pero debemos aprender a hacerlo, para que se conviertan. ¿Nosotros rezamos por aquellas personas que están más cerca de nosotros y que nos odian o nos hacen el mal? ‘Eh, Padre, ¡es difícil, eh! Yo tendría ganas de acogotarlo, ¡eh!’. ¡Pero ora! Reza para que el Señor cambie la vida. La oración es un antídoto contra el odio, contra las guerras, estas guerras que comienzan en casa, que comienzan en el barrio, que comienzan en las familias… Piensen solamente en las guerras de las familias por la herencia: ¡cuántas familias se destruyen, se odian por la herencia!”.

“La oración – continuó diciendo Francisco – es poderosa, la oración vence el mal, la oración trae la paz. Jesús dice: “Ustedes sean perfectos como es perfecto su Padre celestial”:

“Y para esto, pedir la gracia de no permanecer en el rencor, la gracia de rezar por los enemigos, de rezar por la gente que no nos quiere, la gracia de la paz. Les pido, por favor, que hagan esta experiencia: todos los días una oración. ‘Ah, éste no me quiere: pero Señor, te pido…’: uno por día. Así se vence, así iremos por este camino de la santidad y de la perfección”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).








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