2017-02-08 11:20:00

Papa: la esperanza como fuente de consuelo recíproco y de paz


(RV).- En su catequesis de la Audiencia General del segundo miércoles de febrero – que tuvo lugar en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa Francisco propuso el tema de la esperanza como fuente de consuelo recíproco y de paz.

Y lo hizo a partir de la lectura de un pasaje de la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, en que el Apóstol exhorta a esforzarse por hacer siempre el bien con todo el mundo, orando sin cesar y dando gracias a Dios en toda ocasión.

Hablando en italiano, el Santo Padre explicó que el Pablo muestra que la esperanza cristiana no tiene sólo un alcance personal, individual, sino comunitario y eclesial. Por esta razón – dijo – su mirada se extiende a todas las realidades que componen la comunidad cristiana, y no es casual que comience haciendo referencia a quienes se les ha encomendado la responsabilidad y la guía pastoral, puesto que están llamados a alimentar la esperanza, no porque ellos sean mejores que los demás, sino en virtud de un ministerio divino que va más allá de sus fuerzas. De ahí que Francisco haya añadido que precisamente por esto, tienen más necesidad del respeto, de la comprensión y del apoyo benévolo de todos.  

El Pontífice manifestó además que el Apóstol también pone su atención en los hermanos que corren el riesgo de perder la esperanza y caer en la desesperación. Porque quien se siente desanimado, débil, abatido por el peso de la vida y de sus propias culpas no logra levantar su ánimo. Sin embargo – prosiguió – la cercanía y el calor de toda la Iglesia deben asumir la forma exquisita de la compasión y del consuelo.

El Obispo de Roma afirmó también que la esperanza cristiana no puede prescindir de la caridad genuina y concreta. Y agregó que la esperanza, para alimentarse, necesita de un “cuerpo”, en el que los diversos miembros se sostengan recíprocamente. Lo que significa – prosiguió diciendo el Papa Bergoglio – que si esperamos, es porque tantos hermanos y hermanas nuestros nos han enseñado a esperar y han mantenido viva nuestra esperanza; a la vez que añadió que entre estos, se distinguen los pequeños, los pobres, los sencillos y los marginados. Sí, porque no conoce la esperanza quien se encierra en su propio bienestar, en su propia satisfacción. Mientras quienes esperan son, en cambio, los que experimentan cada día las pruebas, las precariedades y sus propios límites.

Después de afirmar que son estos hermanos nuestros quienes nos dan el testimonio más bello, más fuerte, porque permanecen firmes en su entrega al Señor, el Papa Francisco concluyó recordando que la morada natural de la esperanza es un “cuerpo” solidario y en el caso de la esperanza cristiana este cuerpo es la Iglesia, a la vez que el soplo vital, el alma de esta esperanza, es el Espíritu Santo.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

Texto y audio del resumen de esta catequesis que el Papa Francisco pronunció en nuestro idioma:

Queridos hermanos y hermanas:

Siguiendo con la lectura de la Carta a los Tesalonicenses, reflexionamos hoy con san Pablo sobre la dimensión comunitaria y eclesial de la esperanza cristiana.

La esperanza, para alimentarse, tiene necesidad de un “cuerpo”, en el que todos los miembros se sostienen y se animan. Nosotros formamos parte de un cuerpo que es la Iglesia, y estamos llamados a sostenernos mutuamente en la esperanza. De aquí la necesidad de rezar unos por otros, en especial por aquellos que tienen una responsabilidad o se encuentran en dificultad.

Muchos hermanos nuestros nos enseñan a esperar y a mantener viva la esperanza. Los pobres y los humildes nos dan un gran testimonio de esto, porque experimentan cada día muchas pruebas, pero saben que más allá de la tristeza está el Señor, que es rico en misericordia y en paz.

La Iglesia, este cuerpo al que pertenecemos, está animada por el Espíritu Santo. Su presencia en nosotros nos alienta a no temer algún mal, pues el Señor está a nuestro lado y cuida siempre de nosotros.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los animo a invocar la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, como también en medio de sus familias y comunidades, para que se avive en nosotros la llama de la caridad y nos haga signos vivos de la esperanza para toda la familia humana.








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