2017-01-20 15:51:00

La indiferencia y auto-referencialidad son sinónimos


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

La cultura del encuentro vencerá la cultura de la indiferencia. Hay personas inocentes que mueren por bombas del infame negocio de la guerra a pedazos. Y son muchos los que en gran o pequeña escala padecen las inclemencias del tiempo y las tragedias naturales como los terremotos de Haití, ahora de Italia.

Los que trabajan en Caritas ven la compasión, el amor, la solidaridad, la generosidad, la compasión –esa misma que enseña Jesús en el Evangelio- de tantas personas que llegan con su ayuda material y también de tiempo y trabajo para los damnificados. Y ahí en medio de estos trabajos se experimenta algo bueno en el corazón: alegría y unidad. Una unidad muy fuerte. No estamos solos, aunque no siempre se solucionen todos los problemas.

Quiere decir que hay mucha gente buena, de buen corazón y que la indiferencia podrá ser común y estar globalizada, como son comunes muchas enfermedades, pero no es normal. El absolutamente indiferente, aséptico, impasible frente al sufrimiento ajeno y que atiende sólo su interés, tiene el corazón enfermo y necesita ayuda urgente.

En todo esto, también están aquellas personas que están lejos y que no pueden llegar solidariamente con una ayuda material, pero dan su fuerza espiritual, animando, pensando, proponiendo soluciones, y sobre todo aquella muchedumbre inmensa de cristianos que rezan poniendo todo en las manos de Dios. Entre estos estas nuestros oyentes y los amigos de las Redes Sociales de Reflexiones en Frontera y Radio Vaticana en español. @jesuitaGuillo

 








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