2016-12-02 19:16:00

El coraje apostólico, la audacia de lo improbable, son la carne y el pulso del corazón del jesuita Francisco Javier


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

 

Con solamente el libro de oraciones diarias de los religiosos, parte para la india Francisco Javier en 1541. Encarna con este destino la vocación de Ignacio de Loyola que hubiera querido ir él mismo de misionero, respondiendo en persona al pedido del Papa. Pero Ignacio envía en su lugar al amigo y compañero más amado; al que le costó más conquistar para Dios con los Ejercicios Espirituales en la Universidad de Paris. También porque Francisco Javier tenía demasiado talento.

Varias imágenes lo pintan con un fuego que le brota del pecho, para representar la pasión y el ardor que Francisco Javier experimentaba interiormente en su diálogo con el Señor y en el anuncio del Evangelio. Las mismas imágenes muestran mirando el horizonte que se alarga sobre un mapa más allá de la India y alcanza a la China, en cuyos umbrales muere en 1552 de 46 años. Asistido apenas por algún interprete y rodeado de tantos que llegaban no precisamente sólo por lo que decía, sino por el amor con el que hablaba, a miles de kilómetros de Roma, Francisco Javier no se siente solo, porque forma parte de la Compañía de Jesús en la Iglesia y al servicio del Papa.

Es el antiguo y original Patrono Universal de las misiones, junto a la monja Teresita del Niño Jesús. Se lo celebra el 3 de diciembre. @jesuitaGuillo

 








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