2016-09-16 11:53:00

El Papa a los nuevos Obispos: “Sean ministros de misericordia, con santidad, verdad y amor”


(RV).- “No tengan miedo de proponer la Misericordia como síntesis de cuanto Dios ofrece al mundo, porque a nada más grande puede aspirar el corazón del hombre”, aliento del Papa Francisco a los participantes en el Curso de formación para nuevos Obispos, organizado por la Congregación para los Obispos en colaboración con la Congregación para las Iglesias Orientales, a quienes recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano.

En su discurso, dirigido a los prelados “pescados” por el corazón de Dios para guiar al pueblo santo, el Obispo de Roma reflexionó sobre algunos aspectos y características del pastor según el corazón de Jesucristo, Sumo Sacerdote. “Dios los precede en su amoroso conocimiento, dijo el Papa, Él los ha pescado con el anzuelo de su sorprendente misericordia. Sus redes se han ido misteriosamente restringiendo y no han podido resistir hasta dejarse capturar. Se bien que aún ahora una emoción los invade al recordar la llamada que llegó por medio de la voz de la Iglesia, su Esposa”. Recordando la emoción de algunas figuras bíblicas como Moisés, Natanael y los apóstoles, personajes que vivieron la misma emoción de la llamada del Señor, el Pontífice los invitó a seguir descubriendo el misterio de Dios. “No se avergüencen de las veces en las cuales también ustedes han se han sentido alejados del pensamiento de Dios – les dijo el Papa – al contrario, abandonen la pretensión de la autosuficiencia para confiar como los niños en Aquel que a los pequeños ha revelado su Reino”.

Los Obispos, dijo el Papa tienen la misión de ofrecer pastoralmente la misericordia. Es una misión no tan fácil señaló el Papa, es importante hacerla accesible, tangible y presente en las iglesias particulares a ustedes confiada, de tal modo que sean casas donde esté presente la santidad, la verdad y el amor. “El mundo está cansado de seductores mentirosos. Y me permito decir: de sacerdotes a la moda o de Obispos a la moda. La gente se da cuenta – el pueblo de Dios tiene la percepción de Dios – la gente se da cuenta y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, los manipuladores, los defensores de sus propias causas, los promotores de banales cruzadas”.

De otra parte, los hombres tienen necesidad de la misericordia afirmó el Obispo de Roma, consientes de estar heridos y medio muertos, extienden la mano para mendigarla. Por ello, se necesitan personas que sepan hacer emerger de los áridos corazones hodiernos, la voluntad de escuchar al Señor, favoreciendo el silencio que hace que esto sea posible. “Dios no se rinde jamás. Somos nosotros que nos hemos acostumbrado a rendirnos, muchas veces nos acomodamos y preferimos dejarnos convencer que verdaderamente han podido eliminarlo e inventamos discursos amargos para justificar la ociosidad que nos encierra en el sonido inmóvil de los vanos lamentos. Las quejas de un Obispo son feas”.

Por otro lado, el Pontífice invitó a los pastores a promover la formación de los seminaristas, hasta el punto de que puedan adquirir la libertad de vivir con serenidad y tranquilidad su relación con Dios, acompañándolos con paciencia y dedicación. “Les pido actuar con prudencia y responsabilidad en el acoger a los candidatos o incardinar a los sacerdotes en sus iglesias particulares. Por favor, prudencia y responsabilidad en esto. Recuerden que desde el inicio se ha querido una estrecha relación entre la Iglesia local y sus sacerdotes y no se ha jamás aceptado un clero errante o en tránsito de un lugar a otro. Y ésta es la enfermedad de nuestro tiempo”.

Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco invitó a los nuevos Obispos a acompañar a las familias, animándolas y acogiendo sobre todo a aquellas más heridas, guiándolas en el discernimiento y en la empatía. “No pasen sin ver sus fragilidades. Deténganse para dejar que su corazón de pastores sea atravesado de la visión de sus heridas; acérquense con delicadeza y sin miedo. Pongan ante sus ojos la alegría del amor auténtico y de la gracia con la cual Dios lo eleva a la participación del propio amor”.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)








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