2016-08-27 12:41:00

El Papa: “Los Institutos Seculares, el ala avanzada de la Iglesia en la Nueva Evangelización”


(RV).- “Están llamados por el Señor a seguirlo por el mundo, llevando el amor por el mundo, ante todo amándolo a Él con todo el corazón y amando a cada hermano con un corazón paterno y materno”, es el aliento del Papa Francisco a los miembros de la Conferencia Mundial de Institutos Seculares (CMIS), que se reunieron en Asamblea General en Roma, del 21 al 25 de agosto.

En su mensaje, enviado a través del Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, el Pontífice recuerda que “la originalidad y la peculiaridad de la consagración secular se actúa cuando secularidad y consagración caminan juntos en unidad de vida”. Podemos decir, afirma el Papa, que hoy es justamente esta síntesis el desafío más grande para los Institutos Seculares.

“Hoy, se exige a los Institutos Seculares una síntesis renovada, teniendo siempre fija la mirada en Jesús y estando al mismo tiempo inmersos en la vida del mundo”. Hacer una síntesis entre consagración y secularidad – agrega el Obispo de Roma – significa sobre todo mantener juntos los dos aspectos, sin separarlos jamás. Significa componerlos y no sobre ponerlos, ya que la sobre posición conduce a vivir de manera formalista, sin que se llegue a un cambio verdadero en el modo de vivir. “Hacer una síntesis, precisa el Sucesor de Pedro, significa también que no se debe subordinar un elemento a otro: secularidad y consagración deben caminar juntos, uno necesita del otro, no se es primero laico y luego consagrado, ni mucho menos, primero consagrado y después laico, se es contemporáneamente laicos consagrados”.

Para lograr esta síntesis, agrega el Papa, es necesario e importante un discernimiento continuo, que ayude a obrar con equilibrio; una actitud que ayude a encontrar a Dios en todas las cosas. Para ello, señala el Pontífice, es fundamental la formación, que debe guiar a los miembros de los Institutos Seculares a responder plenamente a la misión de sus respectivos Institutos. “Tal formación es particularmente exigente, porque requiere un esfuerzo continuo para formar la unidad entre consagración y secularidad, entre acción y contemplación”. Por esto, se necesita educar en mantener una intensa relación personal con Dios que sea al mismo tiempo enriquecida con la presencia de los hermanos.

En este sentido, el Papa Francisco invita a los laicos consagrados a saber interpretar los signos de los tiempos, a moverse con libertad de espíritu sobre los vastos horizontes de la historia, para comprenderlos e interpretarlos. “Esta vocación implica por lo tanto una constante tensión a actuar una síntesis entre el amor de Dios y el amor por los hombres, viviendo una espiritualidad capaz de conjugar los criterios que vienen ‘de arriba’, de la gracia de Dios, y los criterios que vienen ‘de abajo’, de la historia humana”. Para hacer eficaz esta misión, subraya el Obispo de Roma, debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo, gracias a Él podremos ejercitar esta profecía que implica discernimiento y creatividad. Pues, están llamados, afirma el Papa a ser signos e instrumentos del amor de Dios en el mundo, signos visibles de un amor invisible que quiere redimir el mundo.

“Para ser el ala avanzada de la Iglesia en la nueva evangelización, señala el Papa, es importante y urgente mantener la vida de oración: ser hombres y mujeres de oración, de íntima amistad con Jesús; y al mismo tiempo cuidar la vida familiar: ser comunidades a las cuales muchos hermanos puedan acercarse para recibir luz y calor para la vida en el mundo”. Porque, ninguna nueva evangelización será posible – advierte el Papa – si no inicia con la novedad de la vida, que hace suyos los sentimientos de Cristo y su oblación hasta la muerte. En este sentido, concluye el Pontífice, el desafío más grande también para los Institutos Seculares, es aquella de ser escuelas de santidad. En este estilo de santidad encarnada en las actividades de cada día, donde florece la creatividad de la fe, de la esperanza y de la caridad, la Virgen María es el modelo perfecto de esta espiritualidad encarnada, ella conduciendo una vida normal colaboraba con la obra de Dios.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)








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