2016-08-13 12:55:00

Programa en español para Guinea Ecuatorial y África


Una Puerta Santa para entrar y pedir misericordia y otra para salir y brindar misericordia

(RV).- «La segunda Puerta es la de la misericordia ‘en salida’». Lo dijo el Papa Francisco, en su segunda audiencia general del mes de agosto. Improvisando unas palabras, para hacer hincapié en que «la misericordia es un camino que va del corazón a las manos», reiteró «que en el corazón, recibimos la misericordia de Jesús, que nos perdona todo, porque Dios perdona todo y nos levanta. Nos da la vida nueva y nos contagia con su compasión».

Y «del corazón perdonado y con la compasión de Jesús, comienza el camino hacia las manos, es decir hacia las obras de misericordia», recordó el Sucesor de Pedro, contando luego lo que le dijo hace unos días un Obispo.

Que «en su catedral y en otras iglesias ha puesto una Puerta de misericordia de entrada y una de salida». Y cuando el Papa le preguntó por qué lo había hecho, el prelado le respondió: «porque una puerta es para entrar, pedir el perdón y recibir la misericordia de Jesús. La otra es la Puerta de ‘la misericordia en salida’, para ofrecer la misericordia a los demás, con nuestras obras de misericordia»

«¡Qué inteligente este Obispo!», exclamó Francisco, invitando a «hacer nosotros también el mismo camino. El que va del corazón a las manos»:

«Entremos a la iglesia por la Puerta de la misericordia, para recibir el perdón de Jesús, que nos dice ‘¡Levántate! ¡Anda, anda!’ Y con ese ¡anda! – en pie – salgamos por la puerta de salida. Es la Iglesia ‘en salida: el camino de la misericordia que va del corazón a las manos. ¡Hagan este camino!».

En la cita dominical para el rezo del Ángelus, el XIX Domingo del Tiempo Ordinario, con su profundo dolor por las noticias que siguen llegando desde Siria, el Obispo de Roma afirmó que «es inaceptable que tantas personas inermes – también tantos niños – tengan que pagar el precio del conflicto, el precio de la cerrazón de corazón y de la falta de voluntad de paz de los potentes». 

Introduciendo el rezo a la Madre de Dios, el Papa reflexionó sobre el Evangelio y señaló que «Jesús nos recuerda también hoy que la espera de la bienaventuranza eterna no nos exime del compromiso de hacer que el mundo sea más justo y habitable».

«Más bien – reiteró el Sucesor de Pedro – precisamente nuestra esperanza de poseer el Reino en la eternidad nos impulsa a obrar para mejorar las condiciones de la vida terrena, en especial para con los hermanos más débiles».

Nos acompaña la Voz de los Peregrinos en la Plaza de San Pedro

(CdM – RV)








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