2016-08-11 16:15:00

La ternura de Jesús hacia una madre que llora es el corazón de la narración y no el milagro, explica el Papa


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El pasaje del Evangelio de Lucas (Lc.7,11-17) que presenta el milagro de Jesús de la resurrección de un joven, fue el centro de la Catequesis de Francisco el 10 de agosto de 2016. “El corazón de esta narración no es el milagro –dijo el Papa- sino la ternura de Jesús hacia la madre de este joven”. La misericordia es aquí la gran compasión por una mujer que había perdido primero al marido y ahora al hijo único. “Este gran dolor de una madre conmueve a Jesús y lo induce al milagro de la resurrección”.

Francisco convirtió en símbolo de la Puerta Santa del Año de la misericordia a la puerta del pueblo de Naím, símbolo del encuentro y del paso de la muerte a la vida. En esta ocasión, en la puerta de Naím se encuentran dos grupos que provienen de direcciones opuestas. Jesús, seguido por sus discípulos entra en la zona habitada, mientras por ella está saliendo la procesión fúnebre de la madre viuda que lleva a su hijo único difunto. Ahí san Lucas precisa el sentimiento de Jesús: ‘Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: ¡No llores! Después se acercó y tocó el féretro.

Francisco expresó que las acciones de Jesús son guiadas por una gran compasión: “es Él quien detiene la procesión tocando el féretro y, conmovido por una profunda misericordia por esta madre, decide afrontar la muerte de tú a tú. Y afrontará definitivamente la muerte, de tú a tú, en la Cruz”. @jesuitaGuillo








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