2016-06-15 11:25:00

Sean rostro misericordioso de Jesús en un mundo que margina, exhortó el Papa a peregrinos


Ante un mundo que no escucha el clamor de los más necesitados,  seamos testimonio del poder del Evangelio de la misericordia

(RV).- Deseando una buena peregrinación a todos, en especial en el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco alentó a los numerosos peregrinos de tantas partes del mundo, que participaron en la tercera audiencia general de junio, a estar «siempre atentos a las personas que necesitan ayuda y consolación». Y a ser «el rostro fraterno y misericordioso de Jesús».

Con el anhelo de que la peregrinación a Roma fortalezca su fe y su experiencia de la caridad fraterna, el Sucesor de Pedro reiteró que «el paso del Señor en nuestra vida es un encuentro de misericordia que nos une alrededor de Él, para permitirnos reconocer al que tiene necesidad de ayuda y de consuelo»:

«En especial en este Año jubilar, les deseo la gracia de hacer experiencia del poder del Evangelio que trasforma, que hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de perdonar y de mirar al mundo con mayor bondad.

Queridísimos, en nuestra peregrinación terrena, podemos encontrar a menudo a personas que, por causas distintas, han sido empujados a los márgenes de la sociedad y – a menudo ya sin palabras – claman por la salvación, ayuda, un poco de atención, de compasión, un gesto de solidaridad y de inclusión en la vida de la sociedad. Que nunca nos falte la sensibilidad y el anhelo de salir al encuentro de estas personas, para que nuestras palabras y obras sean un signo eficaz de la misericordia de Dios».

Que la peregrinación jubilar dé abundantes frutos espirituales a cada uno y que se difundan en todas las comunidades eclesiales y sociales, deseó asimismo el Papa Francisco, para culminar luego sus saludos con unas palabras especiales dirigidas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:

Queridos jóvenes, en especial ustedes, chicos del Epicentro Juvenil de San Severo, y los del Instituto Penal de Airola, que el Señor sea su Maestro interior, que los guíe constantemente por las sendas del bien. Queridos enfermos, ofrezcan su sufrimiento a Cristo crucificado para cooperar en la redención del mundo. Y ustedes, queridos recién casados, sean conscientes de la insustituible misión de amor en la que los compromete su matrimonio».

(CdM – RV)








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