2016-06-15 11:38:00

La indiferencia y la hostilidad nos vuelven ciegos y sordos. El Papa en la catequesis


“Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por eso yo te mando: Abre tu mano al pobre, al hermano necesitado que vive en tu tierra”. (Dt 15, 11)

(RV).- En la tradicional audiencia general del miércoles 15 de junio, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio de san Lucas que narra el episodio de Jesús que restituye la vista a un ciego mendigo en Jericó.

Una reflexión que llevó al Sucesor de Pedro a proclamar la misericordia del Señor que pasa por nuestras vidas, nos une alrededor suyo, y nos permite reconocer a quien necesita ayuda y consolación. Pero antes de esto, en su catequesis impartida en italiano, Francisco no dejó de poner en guardia sobre la tentación de la indiferencia y la hostilidad que nos vuelven ciegos y sordos ante el sufrimiento de los demás, tal como sucedía a aquellos que en la narración de san Lucas querían silenciar al ciego que invocaba a gritos la ayuda del Señor, como si este último, dijo el Papa, “no tuviera derecho a hablar”.

“El Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús que, acercándose a Jericó, restituye la vista a un ciego que mendigaba en la orilla del camino. La figura de este hombre representa tristemente a tantas personas que, aún hoy, sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. Es llamativo que este marginado a las puertas de Jericó, ciudad bíblica que simboliza la entrada a la tierra prometida, en lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, halla en cambio insensibilidad y rechazo”, dijo en la síntesis que pronunció en español.

Indiferencia y hostilidad, insensibilidad y rechazo. Hablando en italiano el Santo Padre describió situaciones que suceden a menudo en nuestras calles, como cuando “vemos gente necesitada, enferma, que no tiene qué comer”, o también “como cuando encontramos a tantos prófugos y refugiados” y “sentimos fastidio”, dijo. “Todos sentimos la tentación (del fastidio, ndr). Todos, también yo. Por eso, dijo el Papa, la Palabra de Dios “nos enseña”.

“Como entonces, - prosiguió en español- también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor. En contraste con esta actitud, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. Y el Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. Gracias a su fe, el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo del hombre pecador”.

“Tanta multitud que pasa… Y él está solo”. En la catequesis del miércoles 15 de junio el Obispo de Roma evocó la imagen del marginado en la ciudad, y recordó las palabras de Moisés: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por eso yo te mando: Abre tu mano al pobre, al hermano necesitado que vive en tu tierra”. (Dt 15, 11). Otro llamamiento contenido en la catequesis del Sucesor de Pedro en este año jubilar, para que seamos Misericordiosos como el Padre. Misericordiosos como el Señor, que pasa, se detiene, se dirige al ciego y le pregunta: ¿qué puedo hacer por ti?

“Que Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso. Muchas gracias”. 

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)








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