2016-05-30 11:54:00

¿Sirvo o me hago servir? clave de identidad y pertenencia del discípulo a Jesucristo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

De Jesús, Hijo de Dios, que “no vino para ser servido, sino para servir” (Mc 10,45), habló Francisco el 29 de mayo en el Jubileo de los Diáconos. Pero, por el tema esencial a la fe, sus palabras alcanzan a todos los bautizados.

“Si evangelizar es la misión asignada a cada cristiano en el bautismo –dijo el Papa-, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde, sin cansarse de la vida cristiana que es vida de servicio”.

El Obipo de Roma insistió en el servicio como rasgo del mismo Dios: “Dios, que es amor –explicó-, llega incluso a servirnos por amor: con nosotros es paciente, comprensivo, siempre solícito y bien dispuesto, sufre por nuestros errores y busca el modo para ayudarnos y hacernos mejores. Estos son también los rasgos de mansedumbre y humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: recibirlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarnos, hacerlos sentir acogidos, a casa, en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve (cf. Lc 22,26)








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