2016-05-25 12:00:00

“La oración no es una varita mágica”, el Papa en su catequesis


(RV).- “¡La oración no es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad”, lo afirmó el Papa Francisco durante su catequesis del miércoles 25 de mayo de 2016 en la plaza de San Pedro.

En una soleada mañana y ante miles de fieles reunidos para participar en la audiencia general, el Obispo de Roma meditó sobre ‘la oración como fuente de misericordia’ y para ello reflexionó en la parábola de la viuda y del juez injusto del Evangelio de San Lucas.

En la parábola que hemos escuchado, Jesús nos indica la necesidad de orar siempre sin desfallecer. Del ejemplo de la viuda, una persona desvalida y sin defensor, el Señor saca una enseñanza: si ella, con su insistencia, consiguió obtener de un juez injusto lo que necesitaba, cuánto más Dios, que es nuestro padre bueno y justo, hará justicia a los que se la pidan con perseverancia, y además lo hará sin tardar”.

Por eso, el Papa invitó en italiano a orar siempre sin desanimarse: “Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos”.

No se haga mi voluntad, sino la tuya

En la vida de Jesús, también encontramos un ejemplar modo de rezar que se ve claramente en la oración que realizó en el huerto de los olivos antes de su pasión:

"La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración esta empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya".

“La perseverancia expresa una confianza que no se rinde ni se apaga. Como Jesús en el Getsemaní, tenemos que orar confiándolo todo al corazón del Padre, sin pretender que Dios se amolde a nuestras exigencias, modos o tiempos, esto provoca cansancio o desánimo, porque nos parece que nuestras plegarias no son escuchadas. Si, como Jesús, confiamos todo a la voluntad del Padre, el objeto de nuestra oración pasa a un segundo plano, y se manifiesta lo verdaderamente importante: nuestra relación él. Este es el efecto de la oración, transformar el deseo y modelarlo según la voluntad de Dios, aspirando sobre todo a la unión con él, que sale al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso”.

Al finalizar, el Papa Francisco se dirigió a los peregrinos de lengua española y les recomendó: “Pidamos al Señor una fe que se convierta en oración incesante que se nutra de la esperanza en su venida y que nos haga experimentar la compasión de Dios”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).








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