«A rezar se aprende, como aprendemos a caminar», viviendo el Jubileo junto a nuestros oyentes

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(RV).- «A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración. A rezar se aprende. Como en la vida». Estas fueron las palabras del Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas en su viaje Apostólico a México, el 16 de febrero de 2016, animándonos a fortalecer nuestra vida espiritual a través de la oración.

Con motivo del Año Jubilar de la Misericordia que estamos celebrando, compartimos a continuación los mensajes que recibimos de los seguidores de Radio Vaticana en Facebook y en Twitter, contándonos cómo están viviendo personalmente este Año Santo de perdón y misericordia. Escuchemos:

Elisa Velarde de Cuenca escribe: «En este tiempo jubilar, cada uno de nosotros, sin distinción, está llamado a experimentar el amor de  Dios, que es misericordioso y se vuelve hacia nosotros para amarnos, para darnos la bienvenida si nos habíamos alejado. Lo más importante de este Jubileo, es que nos encontremos con la misericordia del Padre y que nos dejemos transformar por él». 

Ricardo Salgado de Costa Rica comenta: «Con el paso de los años y las dificultades de la vida, el corazón de las personas se va endureciendo hasta hacerse duro  como rocas.  Pero este año,  todos nosotros, hombres y mujeres de  buena voluntad, estamos invitados a dejar que Dios ablande nuestros corazones, que los renueve y les quite las asperezas. La oración, el sacramento de la reconciliación y la eucaristía, son potentes bálsamos que curan hasta las heridas más profundas, si les permitimos entrar en nuestro interior».

Ignacio Pereyra de Honduras comparte: «Jesús es el rostro de la misericordia del Padre. Seamos pues, al igual que él, instrumentos de misericordia con el resto de personas, para que ellas también puedan experimentar la misericordia de Dios por medio de nosotros. Abramos las puertas a los necesitados, aprendamos a pedir perdón y a perdonar, dejemos atrás rencores antiguos y demos un paso adelante haciendo que nuestra vida cristiana sea auténtica y no hipócrita».

El Papa Francisco continuó su homilía diciendo:«Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida. Les mostró comiendo, durmiendo, curando, predicando, rezando, qué significa ser Hijo de Dios. Los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: Padre nuestro».

Un seguidor de Radio Vaticana comparte desde Venezuela: «Mi pueblo vive una terrible agonía de inseguridad, explotación, miedo y opresión. Las condiciones en las que vivimos son injustas y fruto de la corrupción del corazón humano. Pero la fe cristiana nos enseña a vivir con esperanza, a pesar del sufrimiento confiando en la justicia de Dios siempre prevalece ante el mal, porque es perfecta porque no es de este mundo».

Julia Orenas de Barranquillas, Colombia dice: «Hay tanta violencia en mi país y en el mundo, tantos abusos. Me invade la impotencia al sentirme  tan pequeña frente a los empresarios magnates y élites del Gobierno, especialmente cuando los esfuerzos de la gente trabajadora parecen no dar frutos.  Pero luego recuerdo el pasaje del Evangelio: Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos, y siento que es Dios mismo quien me está animando».

Finalmente, el Santo Padre concluyó diciendo: «En Jesús, esta expresión Padre Nuestro, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: Padre nuestro».

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