2016-05-04 14:03:00

Qué inhumano es el dicho "los hombres no lloran". El Papa llama a enjugar las lágrimas


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El agua purifica. También y quizá sobre todo purifica el agua de las lágrimas. Y enjugar las lágrimas del que sufre, recogerlas con ternura en el pañuelo del corazón, te ensancha el alma.

Lo más común es que escapemos a las lágrimas, al sufrimiento nuestro y ajeno. No queremos sentirnos mal. Queremos sentirnos siempre bien. Pero el bien y el consuelo son parte de un proceso aparentemente contradictorio, paradójico.

Pero hay algo importante en las lágrimas: la purificación del corazón y el gozo de enjugarlas. La purificación honda de la  misma raíz de la que manan, como agua bendita que limpia y sana el corazón del que llora. Y el gozo profundo del que enjuga las lágrimas con ternura, venerándolas.

Las lágrimas están en el corazón del Papa durante el jubileo de la misericordia, porque las lágrimas no se pierden. Porque Dios ve las lágrimas de los que sufren; de la madre, del hijo; del padre, de un hermano. A los que lloramos Dios nos tiende la mano de su hijo Jesús, que se hizo como nosotros para enjugarlas, para acompañarnos en la peregrinación de la vida. Un Jesús que también lloró frente a la tumba de su amigo Lázaro y mirando la ciudad de Jerusalén que lo rechazaba.

Este ponerse al lado para enjugarnos las lágrimas forma parte de la misericordia del corazón de Dios, que nos llama a cada uno a enjugar las lágrimas de los que sufren, cómo un acto de misericordia que nos acerca a Dios.

Francisco dijo el 18 de Enero de 2015 en Manila: “Ciertas realidades se ven sólo con los ojos limpiados por las lágrimas”, “si ustedes no aprenden a llorar no son buenos cristianos”.








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