2016-04-13 09:43:00

Mirar a los demás con benevolencia, como Jesús hizo con Mateo, rogó a Dios el Papa en la catequesis


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Reflexionando sobre la narración evangélica de la llamada de Mateo, que por ser un recaudador de impuestos en nombre del imperio romano, era considerado por los fariseos un pecador público, Francisco dijo en la Audiencia General del 13 de abril de 2016 que: “Jesús, en cambio, invita a Mateo a seguirlo, y comparte su mesa con publicanos y pecadores, ofreciendo también a ellos la posibilidad de ser sus discípulos. Con estos gestos, les indica que no mira a su pasado, a su condición social o a los convencionalismos exteriores, sino que los acoge con sencillez y les abre un futuro. Esta actitud de Jesús vale también para cada uno de nosotros: ser cristianos no nos hace impecables. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana es, pues, una escuela de humildad que se abre a la gracia, en la que se aprende a ver a nuestros hermanos a la luz del amor y de la misericordia del Padre”.

El Sucesor de Pedro afirmó que “nos reconforta contemplar a Jesús que no excluye a nadie. Él es el buen médico que se compadece de nuestras enfermedades. No hay ninguna que él no pueda curar. Nos libra del miedo, de la muerte y del demonio. Nos hace sus comensales, ofreciéndonos la salvación en la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía... Todos, sin excepción, tenemos necesidad de experimentar y de nutrirnos de su misericordia, que es fuente de la que brota nuestra salvación”.








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