2016-03-19 12:00:00

Animarse a ir al encuentro del que sufre, porque en el encuentro con el otro, ambos quedamos sanados. Fundación Manos Abiertas


Patroncitos y voluntarios: La fundación Manos Abiertas no se entiende sin los unos y sin los otros.

(RV).- Manos Abiertas nace en Buenos Aires, Argentina, en la Localidad de Villa de Mayo en 1992, por iniciativa de un grupo de voluntarios amigos que, asesorados y guiados por el P. Ángel Rossi SJ, comienzan a distribuir alimentos y ropa. En Mayo de 1994 se crea la primera obra: el Centro Hurtado, en la localidad Villa de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, y el 23 de abril de 1999 Manos Abiertas formaliza su actividad como fundación obteniendo la Personería Jurídica.

Desde entonces, esta Fundación que ayuda a los más necesitados ha crecido en diferentes puntos del país: Córdoba, San Juan, Chaco, Concordia, Salta, Mar del Plata, Jujuy y Santa Fe.

María Cristina Martínez, responsable del área de voluntariado, tiene como tarea principal la de acompañar y formar a los voluntarios de todo el país. En entrevista con Radio Vaticano habla de su trabajo y del funcionamiento de esta Fundación, un verdadero lugar de encuentro y de servicio:

“Manos abiertas nace por inspiración de san Alberto Hurtado, para  ir al encuentro de las necesidades de quienes más sufren. Donde haga falta hay que dar una mano”. Manos Abiertas está “donde sea necesario”.

María Cristina explica que su trabajo se concreta “con pequeños gestos” que, “con gran amor”, “se van traduciendo en obras”.

Ejemplo de ello son los “hospice”, es decir, los centros de cuidados paliativos para enfermos terminales, llamados por la fundación "Casas de la Bondad", también las hospederías para hombres de la calle, las escuelas- albergues en zonas periféricas, los centros de atención psicológica en las villas de emergencia, y el trabajo cotidiano de los cientos de voluntarios que acompañan a personas solas, a las mamás con HIV, a los niños en los hogares. Son éstas las obras concretas realizadas a partir del interés y la cercanía por el otro.  

“El p. Rossi dice que la fundación tiene dos grandes tesoros – relata Ma. Cristina: lo que san Hurtado llamaba ‘los patroncitos’ es decir, los que sufren, y los voluntarios”. “Manos abiertas no se entiende sin los unos y los otros”.  

¿Cómo se sustenta la Fundación? “Manos abiertas se sustenta gracias al aporte del pueblo sencillo”. “Es el aporte de cada integrante de la sociedad haciéndose consciente de su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa y fraterna". 

¿Cómo designan a cuál obra va el voluntario? “Una de las cosas fundamentales es la organización”. “Cuando una persona decide ser voluntario ingresa en un determinado momento, a través de los talleres de ingreso”. “Por ejemplo en Córdoba hay dos momentos de ingreso al año, en marzo y en agosto. A partir de allí la persona realiza un camino de formación para conocer a Manos Abiertas y que Manos Abiertas conozca a la persona, todo esto en un proceso de discernimiento, porque, al ser las obras tan diferentes entre sí, "no es lo mismo trabajar con una persona que tiene HIV que con una persona privada de su libertad”. “De ahí la persona (ndr. el voluntario) elige la obra, el área, el día que puede y el horario, y se compromete una vez a la semana por tres horas. Así, a su ingreso, ya sabe a cuál obra va, y por qué”. 

¿Un mensaje para las personas que escuchan este servicio? “Animarlos a salir de sí mismos e ir al encuentro del que sufre como dice el Papa” “porque en el encuentro con el otro los dos quedamos sanados”. “Cada uno tiene sus propias heridas, su propia historia”, pero “cuando se sale al encuentro del otro, misteriosamente el otro te salva, el otro te sana”. “Animarlos entonces a salir, a encontrar espacios. Y si en el lugar adonde se está no se tiene un lugar de servicio organizado, animarse a dar los primeros pasos para crear espacios de servicio. El servicio siempre te va a llevar hasta dar la vida. Siempre es un servicio cristiano, al estilo de Jesús. El Señor te compromete y te compromete el corazón y la vida. Y vale la pena hacerlo”.  

Oración:

“San Alberto Hurtado,

Amigo de los patroncitos

De los que no tienen casa

Y sienten hambre y frío.

Le diste el hogar de Cristo,

Les regalaste tu abrigo,

Los quisiste como hermanos,

Los trataste con cariño.

Nos enseñaste ayudar

A hacer la vida más buena…

Eso es solidaridad,

Y hay que dar hasta que duela”.

(GM – RV)








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