2016-03-16 10:57:00

Catequesis del Papa: Misericordia y consolación


(RV).- Durante la audiencia general del tercer miércoles de marzo, el Papa Francisco reflexionó en su catequesis sobre la misericordia y la consolación. Y lo hizo introduciendo el tema con la lectura de un pasaje del Antiguo Testamento, tomado del Profeta de Jeremías, conocido, precisamente, como el “Libro de la consolación”, porque en él – explicó – la Misericordia de Dios se presenta con toda su capacidad de consolar y abrir el corazón de los afligidos a la esperanza.

Hablando en italiano el Santo Padre recordó que Jeremías se dirige a los israelitas que habían sido deportados al extranjero para preanunciarles el regreso a su patria, lo que representa un signo del amor infinito de Dios Padre, que jamás abandona a sus hijos, sino que cuida de ellos y los salva.

Francisco afirmó que el exilio había sido una experiencia devastadora para Israel, puesto que la fe de su pueblo había vacilado dado que en tierra extranjera, sin el templo, sin el culto, y después de haber visto su país destruido, era difícil seguir creyendo en la bondad del Señor.

De ahí que Pontífice haya puesto de manifiesto que también nosotros podemos vivir a veces una especie de exilio, cuanto la soledad, el sufrimiento y la muerte nos inducen a pensar que Dios nos ha abandonado.

El Obispo de Roma dirigió su pensamiento a tantos hermanos nuestros que viven hoy una situación de exilio real y dramática, lejos de su patria, con el recuerdo de sus casas destruidas y con el temor y el dolor por la pérdida de sus seres queridos. En estos casos  dijo el Papa es lícito preguntarse ¿dónde está Dios? O ¿cómo es posible que hombres, mujeres y niños inocentes padezcan tanto sufrimiento?

Sin embargo – dijo el Papa Bergoglio – tal como sucede en el relato bíblico, el Profeta Jeremías nos da una primera respuesta. El pueblo exiliado podrá regresar a su tierra y experimentar la Misericordia del Señor, puesto que en este gran anuncio de consolación, Dios no está ausente, al contrario, está cerca y realiza grandes obras de salvación en quienes tienen confianza en Él.

Por esta razón – añadió el Santo Padre  – no se debe ceder a la desesperación, sino que  debemos proseguir nuestro camino con la convicción de que el bien vence el mal y que el Señor enjugará toda lágrima y nos liberará del miedo.

Una vez más Francisco afirmó que el Señor es fiel y que no abandona a sus hijos dejándolos en la desolación. Al contrario, Dios ama con un amor infinito, que ni siquiera el pecado puede frenar, y gracias a Él – dijo – el corazón del hombre se llena de alegría y consolación.

Jesús por su parte – concluyó diciendo el Papa – llevó a cumplimiento este mensaje del Profeta. En efecto, el verdadero y radical regreso del exilio y la confortadora luz después de la oscuridad de la crisis de fe, se realiza en la Pascua, es decir, en la experiencia plena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que da alegría, paz y vida eterna.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

Texto y audio de la catequesis que el Santo Padre Francisco pronunció en nuestro idioma:

Queridos hermanos y hermanas

El Profeta Jeremías se dirige a los israelitas que habían sido deportados y les anuncia el regreso a su tierra. Esta vuelta en patria es signo del amor infinito de Dios que no abandona a sus hijos, sino que los cuida y los salva. El exilio fue una experiencia muy dura para el pueblo de Israel e hizo que su fe vacilase. También nosotros podemos vivir a veces algún tipo de exilio, como la soledad, el sufrimiento, la muerte, que nos hace pensar que estamos abandonados por Dios. Nos podemos preguntar: ¿Dónde está Dios?

El Profeta Jeremías nos da una respuesta: Dios está cerca de nosotros, es fiel y hace grandes obras de salvación en aquellos que esperan en él. Dios ama con un amor sin límites, que ni el pecado puede frenar, y hace que el corazón del hombre se llene de alegría y consolación.

Jesús ha llevado a plenitud el anuncio del Profeta. Su pasión, muerte y resurrección es la expresión definitiva y más plena del amor misericordioso de Dios, que nos devuelve del exilio, nos conforta en las adversidades y nos concede alegría, paz y vida eterna.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Hermanos y hermanas, los animo a no desfallecer ante las dificultades y a confiar siempre en la fidelidad de Dios. Él, con su misericordia, los consolará y les hará plenamente felices. Muchas gracias.








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