2016-01-23 13:51:00

Programa en español para Guinea Ecuatorial y África


Dedicamos nuestro espacio a la audiencia general de esta semana del Papa Francisco, a sus palabras en la cita dominical mariana para el rezo del Ángelus y a su visita a la Sinagoga de Roma

Jubileo de la Misericordia y ecumenismo: oración y obras de caridad

(RV).- En el Bautismo los cristianos – católicos, ortodoxos y protestantes compartimos como hermanos la experiencia de la llamada a salir de las tinieblas y de ir al encuentro de la luz maravillosa de Dios vivo, reiteró el Papa Francisco en su audiencia general, cuya catequesis dedicó a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

El Obispo de Roma reflexionó sobre el lema para el 2016: «Destinados a proclamar las grandezas del Señor» (cfr. 1 Pedro 2, 9)

En la Semana  - que concluye el 25 de enero, solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, y que culmina en Roma, en la basílica papal  de San Pablo extramuros,  con la celebración de las segundas vísperas presididas por el Sucesor de Pedro – el Santo Padre renovó su invitación a invocar la gracia, misericordia, paz y esperanza que mana de Jesús, arraigados en su amor y en el Bautismo.

Entre los grupos que el Santo Padre saludó con su cordial bienvenida, estaban también algunos jóvenes ugandeses del Movimiento África Mission.

En las bodas de Caná el sabor de la bondad de Dios: el primer milagro de Jesús es un signo de «benevolencia» hacia el matrimonio y no solo.

En el rezo del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio de las bodas de Caná, de la liturgia dominical. Haber donado a los esposos, por indicación de su Madre, «el vino más bueno de toda la fiesta» es una bendición de Jesús, que muestra que el «amor entre hombre y mujer» es «un buen camino para vivir el Evangelio» y «encaminarse con alegría por la senda de la santidad».

El agua cambiada en vino, añadió el Papa, es signo de la Sangre de Cristo, que a través de los Sacramentos nos permite «saborear la misericordia infinita de Dios». Por ello «el milagro de Caná no se refiere solo a los esposos», sino a «toda persona humana», «llamada a encontrar al Señor en su vida».

Judíos y cristianos, hermanos y hermanas en la única familia de Dios, que los protege como pueblo suyo, señaló el Papa Francisco en el Templo Mayor de Roma.

Llevando el saludo de paz de toda la Iglesia Católica, señaló que la inhumana barbarie del holocausto debe servir como lección para el presente y el futuro. Y que la violencia está en contradicción con toda religión, en particular con las tres religiones monoteístas.

En la Sinagoga romana, el Obispo de Roma invitó a rezarle a Dios, que es el Dios del amor y de la vida, «para que nos ayude a poner en práctica en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en todo el mundo la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón, de la vida».

(CdM – RV)








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