2015-11-25 16:19:00

Era un ladrón, pero vió en la humildad de Jesús la realeza del Amor que nos libera de nuestras miserias, dijo el Papa


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

“El reinado de Jesús no nos oprime, sino que nos libera de nuestras debilidades y miserias, animándonos a recorrer los caminos del bien, de la reconciliación y del perdón”, dijo Francisco en la solemnidad de Cristo Rey de 2015.

El Sucesor de Pedro explicó que en el Calvario, los presentes y los jefes se burlan de Jesús clavado en la cruz, y lo desafiaban: “¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz!” (Mc 15,30). Pero paradójicamente la verdad de Jesús es aquella ironía de sus adeversarios porque no puede salvarse a sí mismo, dado que si Jesús hubiera bajado de la cruz, habría cedido a las tentaciones del príncipe de este mundo. “Él no puede salvarse a sí mismo justamente para poder salvar a los demás, porque ha dado su vida por nosotros, por cada uno de nosotros”.

Por esto el Vicario de Cristo pidió: Hoy cada uno diga en su corazón: ¡Ha dado su vida por mí!, para poder salvarnos a cada uno de nosotros de sus pecados.

Esto lo entendió muy bien uno de los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús, explicó Francisco. El buen ladrón le suplica: “Jesús, acuérdate de mí cuando entraras a tu reino” (Lc 23,42). “Este era un malhechor, era un corrupto y estaba ahí condenado a muerte por todas las brutalidades que había hecho en su vida. Pero ha visto en la actitud de Jesús, en la humildad de Jesús el amor. Y esta es la fuerza del reino de Cristo es el amor. Por esto la majestad de Jesús no nos oprime, sino nos libera de nuestras debilidades y miserias, animándonos a recorrer los caminos del bien, de la reconciliación y del perdón”.

El Papa invitó: “Miremos la Cruz de Jesús y al buen ladrón cuando nos sentimos débiles, pecadores, derrotados y digamos: “Tu estás ahí Jesús. No te olvides de mí”.”








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