2015-11-10 09:02:00

Que se combata el cáncer de la corrupción, la explotación humana y el trabajo indigno, el Papa en Prato


A las 7 de la mañana, hora de Roma partió Francisco en helicóptero, desde el Vaticano. A las 7, 50 aterrizó en el campo deportivo de Prato, de paso a la ciudad de Florencia.

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Tomando la imagen del cinto sagrado de la Virgen, que se venera como reliquia en la Catedral de Prato, Italia, Francisco explicó que ceñirse las vestiduras significa estar dispuestos y preparados a partir, a ponerse en camino, a no quedarnos cerrados en la indiferencia, sino a abrirse, a salir para acercarse a los hombres y mujeres de nuestro tiempo sin miedo.

El papa agradeció a los habitantes de Prato por los constantes esfuerzos de la comunidad para integrar a cada una de las personas de otras culturas que se empeñan en “adoptar”, contrastando la cultura de la indifferencia y del descarte, en tiempos signados por la incertidumbre y los miedos. Los invitó a estar siempre animados por el deseo de establecer “pactos de proximidad” con la armadura de la verdad que es la armadura de Dios contra los “espíritus del mal”.

En este mismo encuentro con el mundo del trabajo, el obispo de Roma dijo que “la sacralidad de cada ser humano demanda para cada uno respeto, hospitalidad y un trabajo digno. La vida de cada comunidad exige que se combatan hasta el fondo el cáncer de la corrupción y el veneno de la ilegalidad”. ¡Trabajo digno! repitió y expresó: "Me permito recordar aquí a los cinco hombres y a las dos mujeres de ciudadanía china muertos hace dos años, a causa de un incendio en la zona industrial de Prato. Vivían y dormían dentro del mismo galpón industrial en el que trabajaban: en una zona se había recabado un pequeño dormitorio de cartón y cartón piedra, con camas superpuestas para aprovechar la altura de la estructura- ¡Es una tragedia de la explotación y de las condiciones inhumanas de vida! ¡Y esto no es trabajo digno!”.

Francisco pidió que se combata el cáncer de la corrupción, el cáncer de la explotación humana y animó a todos, especialmente a los jóvenes, a “no ceder jamás al pesimismo y a la resignación”. María, con la oración y con el amor, en un silencio activo, ha transformado el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección. Si alguien se siente fatigado y oprimido por las circunstancias de la vida, confíe en nuestra Madre, que está cerca y consuela ¡porque es Madre!”. jesuita Guillermo Ortiz








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