Los cristianos perseguidos en Oriente Medio y en el mundo y el testimonio de Misericordia de las familias, en el corazón del Papa

(RV).- En  un mundo a menudo árido y sin amor, el Papa Francisco reiteró la valiosa ayuda que brindan las familias cristianas a la Iglesia, en su testimonio de la fuerza renovadora del perdón de Dios y en su avanzar por el camino de las Bienaventuranzas. Deseando a los peregrinos de tantas partes del mundo que su peregrinación a la Ciudad Eterna «fortalezca en sus corazones el sentir y el vivir con la Iglesia», con la ayuda y el amparo de la Virgen María, y que el Señor los bendiga para que sean por doquier faros de la luz del Evangelio de Cristo para todos», el Obispo de Roma dirigió su pensamiento a los cristianos que sufren en Siria, en Oriente Medio y en todo el mundo. El Papa renovó su cercanía a estos hermanos, ante la celebración de una Jornada especial en Polonia:

«El próximo domingo en Polonia se celebra la Jornada de la Solidaridad con la Iglesia perseguida, promovida por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada junto con la Conferencia Episcopal Polaca. Este año la ayuda espiritual y material está dirigida en particular a los cristianos en Siria. Que la obra de oración y de solidaridad de ustedes lleve consolación y sostenga a los hermanos y hermanas que sufren por Cristo en Oriente Medio y en todo el mundo. Los acompañe mi bendición ¡Alabado sea Jesucristo!».

El Obispo de Roma se refirió en particular al Jubileo de la Misericordia, destacando que «el perdón es parte integrante de nuestra vocación cristiana». Y añadió que «mirando el ejemplo de los santos, queremos vivir la reconciliación, en las familias, entre los amigos, en los ambientes de trabajo y en la sociedad».

Tras renovar su invitación a todos a rezar por los difuntos, en particular en el mes de noviembre, recordó a San Martín de Porres, el religioso dominico peruano, en sus saludos a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados:

«Ayer celebramos la memoria litúrgica de San Martín de Porres. Que su gran caridad sea ejemplo para ustedes, queridos jóvenes, para vivir la vida como donación. Que su entrega en Cristo Salvador los sostenga a ustedes, queridos enfermos, en los momentos más difíciles del sufrimiento. Que su vigor espiritual les dé fortaleza en su camino conyugal, a ustedes, queridos recién casados».

(CdM - RV)