2015-10-21 16:17:00

San Juan Pablo II a los jóvenes del mundo: testimoniar el amor de Dios, sembrar esperanza y construir la paz


(RV).- Además de la atención a las familias de San Juan Pablo II -  el Papa de la familia - destacada por el Papa Francisco – y que se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994, una de las bellas flores del Pontificado de Karol Wojtyla  - uno de los más largos de la historia - fue también su atención a los jóvenes, que le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de las JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo.

La primera fuera de Roma, tuvo lugar en Buenos Aires, el 12 de Abril de 1987. Inspirada en las palabras del Evangelio de Juan «Dios es Amor», tenía como lema: «Nosotros hemos reconocido y creído en el amor que Dios nos tiene». Desde la capital argentina, Juan Pablo II se unió a la celebración de Roma, centro de la Iglesia Universal, y abrazó a los jóvenes del mundo.

Alentándolos a acercarse a Cristo Redentor del hombre, destacó la presencia de la imagen de la Virgen de Luján, que había sido trasladada desde su santuario para esta histórica ocasión. Revivamos, en su memoria litúrgica y  con su misma voz, una parte de sus vibrantes palabras:

«¡Queridos jóvenes de Argentina, de América Latina y de todo el mundo!

¡Dios es Amor!

‘Nosotros hemos reconocido y creído en el amor que Dios nos tiene’ (1Jn 4, 16).

¡Venid, jóvenes! ¡Acercaos a Cristo, Redentor del hombre! Ese es el sentido que tiene vuestra presencia en la plaza de San Pedro en Roma, y hoy en esta gran avenida de la capital argentina. Es Cristo quien os atrae, es El quien os llama. Y junto a Jesucristo, nuestra Madre Santa María, que ha venido desde su santuario de Luján para estar con nosotros. A Ella os encomiendo al final de esta celebración. Sé muy bien todo lo que Nuestra Señora de Luján significa para vosotros, jóvenes argentinos, como meta de vuestras peregrinaciones anuales, a las que concurrís en gran número, llenos de devoción a la Madre de Dios, con manifiesta generosidad y esperanza.

El Santo Pontífice destacó la importancia del testimonio de los jóvenes afianzados en Cristo, para la Iglesia y el mundo:

«¡Jóvenes: Cristo, la Iglesia, el mundo esperan el testimonio de vuestras vidas, fundadas en la verdad que Cristo nos ha revelado!

¡Jóvenes: El Papa os agradece vuestro testimonio, y os anima a que seáis siempre testigos del amor de Dios, sembradores de esperanza y constructores de paz!»

(CdM – RV)








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