2015-07-30 10:13:00

Peregrina Ignacio de Loyola para alcanzar la Vida plena de Jesús


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Fue “necesaria” una bala de cañón para que despertara de su alucinación; de la ilusión vana que lo anestesiaba de ver “las penas que padecen los dañados” (EE.EE 65); de los sueños bellos pero engañosos que Ignacio alimentaba, pero que lo dejaban triste y vacío. La herida en Pamplona lo puso al borde de la muerte y, a su vez, en el punto de conversión a la alegría de vivir la vida verdadera y plena de Dios Amor, que ofrece Jesús viviente.

Es una trabajosa peregrinación, siempre en lucha espiritual para vencerse a sí mismo y ordenar la vida según el plan de Dios con su Pueblo, en la Iglesia. Una peregrinación ardua como padre y hermano de muchos, en la Compañía de Jesús, la orden religiosa que fundó con sus primeros compañeros. Una  peregrinación llena del consuelo, la luz y la fuerza del amor de Dios en todas las cosas.

“Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad”, es la oración con la que san Ignacio resume de alguna manera los Ejercicios Espirituales y que resulta la oración preparatoria de cada momento de oración, ante los ojos del Señor que me mira constante y amorosamente.

Quiero y deseo y es mi determinación deliberada que todo mi ser esté ordenado a tu servicio y alabanza –aunque deba seguirte en la pena, pasión y cruz que vos pasaste-, porque tu amor me liberó de las redes y cadenas del mal para vivir la Vida tuya verdadera y plena de Amor –diría san Ignacio-. Quiero que toda mi vida esté ordenada a tu servicio y alabanza, porque lloro y exulto de gratitud conociendo, reconociendo, sintiendo y gustando tanto bien recibido. Tanto que te nos das a ti mismo.

Deseo, elijo y decido libre y deliberadamente, peregrinar movido solo por este amor tuyo, para amarte y servirte en todo. Por eso: “Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis a Vos Señor lo devuelvo; todo es vuestro; disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”.








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