2015-07-24 12:14:00

“Miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden”, dice Jesús


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Quizá de chicos tendríamos que haber jugado más al “Veo veo ¿qué ves?”, para ejercitar mejor la atención en el conocimiento de la realidad; de la verdad completa y profunda.

Yo confieso que “proyecto” -como dicen algunos- y la verdad desnuda, antes de llegar a mi mente, a mi corazón, pasa por varios filtros que la visten como la quiero ver y oír yo y no como es realmente. Y pienso y siento y tomo decisiones a partir de una verdad parcial, incompleta o disfrazada. Me distraigo de lo más importante, y así, me detengo o pierdo peligrosamente la dirección de mi camino. No escucho a Dios ni veo el sufrimiento de la gente, que es la clave de la compasión de Jesús y de la vocación cristiana.

Los que saben dicen que todo pasa por ahí, por el ver y escuchar bien. Para encontrar el camino y caminar con sentido hay que “sentir”, para después “conocer” lo que pasa por el alma y así poder “aceptar y recibir” lo que me ayuda y “rechazar” lo que no me ayuda al objetivo.

¿Pensás que ves y escuchas bien? El signo de que veo y escucho bien es la gratitud por el amor generoso de Dios y de los otros, en tantas cosas buenas y lindas que me regalan sin mérito mío, y el deseo de devolver ese amor con amor.

Como me falta alegría y gratitud porque no veo ni escucho bien, tengo que examinar: ¿qué apego, afecto desordenado, pasión, prejuicio, miedo, vicio, me quita libertad y me impide que vea y escuche la verdad tal como es?

“¡Señor, que vea!”, le pide el ciego a Jesús. Con la imagen de Jesús delante, que cura del mal y nos llena con la fuerza de su Vida plena, recordando sus milagros, los  ciegos y sordos que curó en el Evangelio, le ruego para los míos queridos, familiares, amigos, conocidos, oyentes y para mí, que vea y escuche a Dios y a los otros. Es el único modo para mirar después, como Jesús, con los ojos del corazón y ser padre, madre, hermano, buen pastor…

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 10-17 Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?”. Él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: ‘Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los sane’. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron”.

 








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