2015-07-06 16:28:00

El Papa encarna y pone en acto Aparecida y Evangelii Gaudium


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

(RV).- Francisco llevó a la Cátedra de Pedro en Roma, la experiencia de la Iglesia latinoamericana según lo vivido, rezado, reflexionado y formulado, en la quinta conferencia en “Aparecida”. Podemos decir que en Roma, Francisco universalizó el espíritu de Aparecida a toda la Iglesia con la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio” y con su Pontificado, que es un llamado constante, especialmente con gestos a la conversión pastoral. Esta conversión pastoral no es otra cosa que la Iglesia en salida misionera, la Iglesia que en sus discípulos misioneros en misión permanente, se acerca a las personas concretas para invitarlas al encuentro con Jesús, más con el testimonio que con palabras, es decir, ofreciendo la vida como Jesús, en ese “acercarse al hermano” que sufre, para tocar en él las llagas de Cristo.

Y este “salir de sí”, ¿para qué?

Para sentir y gustar la alegría del pueblo. La alegría de ser pueblo porque el encuentro con Jesús se vive en medio del pueblo y no individual o aisladamente. Y esta presencia de Jesús que nos ofrece vida plena, se vive y se prolonga dentro del pueblo en ese “gozo superior” del que habla Francisco, en el “sensus fidei”, el sentido de la fe visible y tangible en la religiosidad y piedad popular.

De Latinoamérica a Roma, de Aparecida a Evangelii Gaudium: Francisco vuelve a Latinoamérica en su viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, encarnando él mismo el llamado al encuentro con Jesús en su pueblo y a hacer una Iglesia en salida misionera. Así Francisco, pone en acto Aparecida y Evangelii Gaudium,  que más que letra son espíritu, que no se pueden entender si no se viven, si no se convierten en una experiencia de vida en la que el pobre, el sufriente, el descartado se hace peregrino, se agrega como bautizado en la fila de los peregrinos del pueblo de Dios en Latinoamérica.

Gracias Francisco por ayudarnos a poner en el centro, el amor de Jesús que nos sana, nos reconcilia, nos une y nos da la vida plena. Y a ponernos en camino como pueblo peregrino.

Siguiendo a Francisco, peregrino en salida misionera,  jesuita Guillermo Ortiz.








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