2015-04-18 12:41:00

Confunden a Jesús con un fantasma


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Confunden a Jesús con un fantasma, por eso Jesús les dijo: “Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean”.

A los discípulos los terminan matando por su fe en Jesús resucitado. Pero estos hombres comunes y corrientes como Pedro, Juan, Tomás, Andrés, Felipe, Santiago… llegan a esta fe sólida, que les da la valentía de dar hasta la vida por Jesús, después de muchos encuentros con el crucificado resucitado; después de un largo, paciente y tierno trabajo de Jesús, que con su presencia misericordiosa, poco a poco, durante 40 días, les abre el entendimiento para que puedan ver, tocar, sentir y gustar; aceptar algo tan distinto, misterioso, nuevo, como es la resurrección de entre los muertos; esta vida plena que Jesús alcanzó.

Esta vez estaban hablando de la misa, porque los discípulos de Emaús habían reconocido a Jesús resucitado cuando partió el pan, como hizo en la última cena, la primera misa. Hablaban de este gesto tan significativo de Jesús, cuando el mismo Jesús vuelve a presentarse en medio de ellos. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo” (Lc. 24, 35-48). Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.

Jesús bueno, humildemente te pido para mí y los míos queridos de la familia, los conocidos y amigos y también para la Audiencia, que nos bendigas mucho en tu presencia. Que nos cures del mal de la incredulidad y que nos llenes con la luz, la fuerza y la alegría de la fe, contemplando y tocando tus llagas en el testimonio que tus discípulos nos dan en el Evangelio; en la carne herida del hermano que sufre y en el pan de la Eucaristía.








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