2014-12-27 15:07:00

Programa español para Guinea Ecuatorial y el continente africano


Navidad con el Papa Francisco:

- Lágrimas de Navidad, lágrimas del Niño Jesús por un mundo sacudido por violencias e injusticias. En su mensaje navideño Urbi e Orbi, el Santo Padre encomendó a Jesús – salvación para todas las personas y todos los pueblos – el dolor de los que sufren

- A los hermanos y hermanas de Irak y Siria que sufren una persecución brutal; a los prófugos, refugiados, que no reciben ayuda.

- Pidió confianza para Oriente Medio, por el diálogo entre israelíes y palestinos.

- Invocó paz y reconciliación para Ucrania, Nigeria y otros países africanos como Libia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias regiones de la República Democrática del Congo.

- En el corazón del Papa también los menores víctimas de violencia, trata, abusos. Y los asesinados en Pakistán, los que sufren por la epidemia de Ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea.

- Los niños no nacidos sepultados en el egoísmo de una cultura que no ama la vida, los niños desplazados, los sujetos a abusos y explotación con nuestro silencio cómplice; los niños masacrados en los bombardeos, también en la tierra de Jesús, víctimas de tantos nuevos Herodes. Para todos la gran esperanza es Cristo, capaz de extirpar la dureza de corazón de muchos hombres y mujeres sumidos en lo mundano y la indiferencia:

- «Que su fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura. Así podremos decir con júbilo: «Nuestros ojos han visto a tu Salvador». Con estos pensamientos, el Papa deseó feliz Navidad a todos».

- Jesús salvación para las lágrimas del mundo, reiteró el Obispo de Roma en su mensaje de Navidad a la ciudad y al mundo e invitó a transformar el corazón mirando a Jesús.

«¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy!» exclamó el Papa Francisco en la Misa de Nochebuena, haciendo hincapié en el nacimiento del Niño Dios

- La «señal» es precisamente la humildad de Dios, la humildad de Dios llevada hasta el extremo; es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones. El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez.

- En la noche bendita iluminada por la luz de Jesús, el Niño sol, el Papa explicó la profecía de Isaías, la señal anunciada por los ángeles a los pastores, la gente simple dispuesta a recibir el don del Cielo. Y recordó la paciencia de Dios. Una paciencia - más fuerte que las tinieblas y la corrupción - que es difícil de entender para nosotros. Y el Niño interroga cada vez a quien lo mira, nos invita a pensar si tenemos el coraje de aceptar con ternura los problemas y las situaciones difíciles.

- La respuesta del cristiano no puede ser diferente a la que Dios le da a nuestra pequeñez, la vida, de hecho, debe ser afrontada con bondad, con mansedumbre, con proximidad, con apertura de corazón ante ese Niño que nace para cada uno de nosotros.

- Si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide sin embargo que sea coherente, en cada circunstancia, con la fe que profesa, destacó el Papa en el rezo del Ángelus de la fiesta del primer mártir de la Iglesia y añadió:

- Es la coherencia cristiana, es una gracia que debemos pedir al Señor: ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir soy cristiano y vivir como pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy.

-La Voz de los Peregrinos en la Plaza de San Pedro, rezando con el Papa, en la fiesta de San Esteban

(CdM – RV)








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