2014-12-06 14:02:00

Testigos de la Fe, con P. Guillermo Buzzo


 

María y Juan llevan casados ya 20 años. En su país los católicos no alcanzan al 1% de la población. Jesús, la Iglesia, los evangelios, y todo lo que puede sonar a cristianismo son conceptos extraños, desconocidos en general. No fue así para Maria, que con mucha satisfacción declara ser la sexta generación católica en su familia. Pero sí lo fue para su esposo, Juan, que antes de conocer a María sólo había escuchado vagamente algo sobre Jesús.

Cuando se conocieron Juan no le dio importancia al tema religioso. Su familia pertenecía a la religión mayoritaria de su país, pero él, particularmente nunca la vivió con mucha convicción. El tema religioso, en general no significaba mucho en su vida. Era como “lo normal” -me comentaba- pero no quiere decir que yo la viviera con mucha pasión”.

Poco a poco se fueron conociendo, y comenzaron a darse cuenta que lo que había nacido como algo aparentemente muy simple, se iba fortaleciendo con el paso de los días. Del disfrutar el presente, pasaron de pronto a planificar el futuro, y al mismo tiempo a ahondar en la historia de cada uno. Los enamorados quieren saberlo todo! Había algo que especialmente intrigaba a Juan. “Yo veía -dice Juan, mientras María se sonríe- que ella estaba siempre alegre. No, no siempre alegre -se corrije- porque muchas veces tuvimos que pasar cosas difíciles, pero lo que primero me llamó la atención de María fue que era una mujer feliz!. De a poco fui conociendo más de su vida y de su historia, y a medida que la conocía, y que tomaba conciencia de las cosas que había vivido, crecía en mí la pregunta: ¿Cómo hace para ser feliz a pesar incluso de las tristezas? Aclaro, que no es que tuviera una vida llena de calamidades. No. Pero sí tenía una vida como la tiene cualquiera, con las dificultades y dolores normales, si se puede decir así”.

Un día, Juan le expresó finalmente su duda: “Hay algo que me tiene intrigado desde el primer día. Siempre me llamó la atención que a pesar de todo sos una persona feliz. ¿Cómo hacés? ¿Cuál es tu secreto?” Ella, con su limpia sonrisa de siempre le respondió: “Te lo dije el primer día que nos conocimos, pero no te acordás: soy cristiana católica. Jesús va siempre conmigo, y por eso, a pesar de lo que me pueda pasar, puedo ser feliz.” Esa respuesta, no hizo más que aumentar la curiosidad de Juan. María recuerda con qué interés él le hacía todo tipo de preguntas sobre la fe, sobre Jesús, la oración, la Biblia, la Iglesia.

Pocos días después, Juan se decidió a acompañar a su futura esposa a la parroquia, y decidió prepararse para recibir el Bautismo. Un catequista lo ayudó, y unos meses más tarde fue bautizado, justo antes de celebrar su matrimonio

Hoy Juan es conocido en su grupo de trabajo como “uno flaquito, de mediana estatura, de pelo corto y oscuro. Ah, sí! El de la sonrisa!”

Juan alguien como yo, alguien como tú. Alguien que se animó a decirle sí a Jesús.








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