2014-11-17 17:29:00

"Testigos de la Fe", con el Padre Guillermo Buzzo


(RV).-Juan Gabriel vivió 45 años de su vida pensando que era un buen católico. Iba a misa de vez en cuando, no robaba, no mataba a nadie, y no le deseaba el mal a ninguno. Al menos, eso creía él. Un día la salud lo abandonó. “En cuestión de días, pasé de tener un largo futuro por delante, a tener los días contados”. Entonces sintió que su fe se ponía a prueba. “Una cosa es creer cuando todo te va bien. Mirás para arriba y decis: gracias Dios! y seguís adelante… pero cuando te va mal, cuando te enfrentas al final… ahí te pones a pensar si es verdad que crees en Dios, en la vida eterna, en el perdón de los pecados” Juan Gabriel vivió esos meses con gran dramatismo. “Me daba cuenta que yo había desaprovechado la vida, que se me terminaba el tiempo, y que había vivido mirándome a mí, nomás, sin pensar en Dios ni en los demás. Un día sentí esa parte del evangelio que dice Jesús que para el que cree no existe el imposible, y me nació una oración desde el corazón: te lo pido Señor, ayudame!” Gracias a Dios, me recuperé, pero al poco tiempo estaba igual que antes. Y no me refiero a la enfermedad física, sino a la del alma. Seguía tan egoísta como antes. Más tarde, comprendí que la cura que yo necesitaba era diferente. Necesitaba dejar entrar a Jesús en mi corazón. Que el verdadero milagro que necesitaba era mi conversión. Pasé por muchos otros problemas, algunos muy duros, y estuve al borde de la muerte más de una vez. Pero de cada una de esas caídas salía purificado, renovado por el Señor. Por sobre todas las cosas he descubierto la fuerza de la comunión, de la misa. Hoy, cuando cuento mi vida, cuando les cuento a los jóvenes el tipo de persona que era, primero se ríen y no lo pueden creer, y después se ponen a pensar. Siempre les insisto en lo mismo: Yo he sido un cabeza dura, pero no hace falta pasar por todo esto para descubrir a Dios. No esperen tanto para darse cuenta.

Juan Gabriel, alguien como yo, alguien como tú. Alguien que se animó a decirle sí a Jesús.

 








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