2014-11-10 19:32:00

El templo de piedra fue destruido pero su cuerpo no


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

(RV) .- El bautizado santo es piedra viva del Templo espiritual que es Jesucristo.

El antiguo templo de Salomón destruido en Tierra Santa, fue sustituido por el cuerpo de Jesús de Nazaret, lugar físico de la plenitud de la Presencia divina. Y el signo de esto es la resurrección, que revela que Cristo-templo, aunque se intentó destruirlo con la muerte en cruz, fue reedificado por Dios en tres días y vive para siempre la Vida plena.

Así, Jesús de Nazaret es la piedra angular del Templo espiritual y cada bautizado en su muerte y resurrección es piedra viva de su cuerpo místico, lugar de la presencia divina. Y todos los edificios materiales de las iglesias, como aquella primera de san Juan de Letrán, en Roma, representan este Templo espiritual, la Iglesia de Cristo, el Pueblo de Dios, su cuerpo místico, lugar de la Presencia divina.

 

Los frutos de la presencia divina en el bautizado-templo se ven en el testimonio y la intercesión de san León Magno, san Martín de Tours, san Josafat, cuya memoria celebramos en la semana. “Este el grupo que viene a tu Presencia Señor” -repite el salmo 23 del lunes-, hombres de manos inocentes y puro corazón, que no confían en los ídolos. Mientras Jesús en el Evangelio enseña la esencialidad del perdón para vivir en Presencai del Dios de la misericordia. Tanto que si un hermano me ofende 7 veces en el día, 7 veces tengo que perdonarlo.

El martes 11 Pablo de Tarso escribe en su carta a Tito: “Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y las concupiscencias del mundo, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y pleno en la práctica del bien”.

“El Señor es mi pastor nada me puede faltar”, proclama el salmo 22 el miércoles. Y Jesús pondera el agradecimiento del único leproso de los diez que fueron sanados, como otra cosa esencial en la vida espiritual: la gratitud.

“El reino de Dios está dentro de Uds.”, explica Jesús en el evangelio del jueves como eco de la revelación del domingo: Su cuerpo es el Templo y los bautizados, parte de su Cuerpo místico. El viernes san Juan explica en su segunda carta que el que no reconoce a Jesucristo venido en carne es un mentiroso, mientras que, quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo, en continuidad con la imagen del Templo en el que habita la Presencia de Dios.

“En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo”, recita el salmo 111 el sábado 15 y me lleva a pensar que el cristiano -templo de Dios-, en el mundo es como esa frágil lucecita que en las iglesias señala el tabernáculo, en el sagrario, donde Jesús está presente entero en la Eucaristía.

-¡Alabado sea el Santísimo sacramento del altar!, ¡Sea por siempre bendito y alabado!

 








All the contents on this site are copyrighted ©.