Escuchar y escuchar atentamente a todos, hasta que se pueda distinguir la voz de
Dios, en el Camino Sinodal
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz – RADIO VATICANA (RV).-
(Con audio) Aunque parezca redundancia,
dado que “Sínodo” quiere decir “camino juntos”, varios sinodales insisten en añadirle
“camino”, porque se trata de un largo camino juntos, que empezó antes con las preguntas
al Pueblo de Dios para este III Sínodo Extraordinario y que concluirá recién con el
próximo Sínodo Ordinario, a realizarse en octubre de 2015, con el tema: “La vocación
y misión de la familia en la Iglesia”.
Antes de iniciar este Sínodo Extraordinario,
el Obispo de Roma indicó que los padres sinodales en su exposición, podían salirse
del texto ya previamente escrito y enviado, para decir con libertad y valentía aquello
que “en el Señor” sentían que debían decir, conforme a lo que iban escuchando, en
un verdadero diálogo.
Y el Papa -que puso este tono de diálogo a la Asamblea-,
después de escuchar y escuchar y escuchar en el aula del Sínodo todo el tiempo, las
voces distintas, variadas y a veces contrarias, cerró los trabajos con un profundo
y amplio discernimiento espiritual sobre la acción del Espíritu de Dios con sus dones
y consolaciones, describiendo también las desolaciones y tentaciones que podían estar
detrás del debate, en este largo camino.
De este modo, como guía espiritual
de la Iglesia, con este discernimiento que sostuvo a lo largo de las dos semanas y
que explicitó al final, Francisco transformó en una verdadera experiencia espiritual
de gran valor, en el camino del Pueblo de Dios, lo que para aquellos que desde afuera
solo buscan resultados, podría quedar como una simple confirmación de que en la Iglesia
solamente hay partes y partidos que no se ponen de acuerdo.
Los padres
sinodales con el Papa a la cabeza, como guía espiritual, nos señalan el modo de la
Iglesia para hacer este largo “camino juntos”: el discernimiento de la voz de Dios.
Decir con libertad y valentía lo que se siente en el Señor que se debe decir, y escuchar
y escuchar hasta que se pueda distinguir la voz de Dios entre las voces distintas
y contrarias. Debemos continuar el camino, buscando juntos la inspiración del Señor
para acompañar mejor a las familias según el Evangelio de Jesús.
El Sínodo
busca esa rendija de luz que forma el encuentro entre la verdad y la misericordia,
de la mirada de Jesús
(RV).- (Con audio) Excepto algún marciano
que ande por ahí, todos los humanos venimos de una “familia”, entera o parcial, bien
o mal constituida, más o menos herida, feliz o fracasada, incluso los cardenales y
obispos que participan del Sínodo sobre los desafíos pastorales de la familia en el
contexto de la evangelización.
En este caso, desde el evangelio de la familia,
la iglesia redescubre y deja sentir sus entrañas de ternura materna y su claridad
de maestra, librando así a “la familia amada con la mirada de amor de Jesucristo”
(Cfr. Francisco 041014) del encorsetamiento legalista al que la someten los fariseos
de hoy. Es decir, desde la perspectiva de los miles de párrocos, confesores, consejeros
espirituales, que trabajan día a día con las diversas problemáticas de las familias
de su comunidad. Estos confesores -solos delante de Dios y con enorme respeto por
la conciencia de cada persona-, buscan en cada caso la rendija de luz que produce
el encuentro entre la verdad de la situación de cada uno y la misericordia infinita
del Señor. Entiendo que la búsqueda constante de esta rendija de luz que se forma
donde se unen la verdad y la misericordia -que la Iglesia debe ofrecer a todos, sin
discriminación alguna, con ternura de Madre y claridad de Maestra-, es la clave dada
por el Papa en este camino Sinodal que concluirá recién con el Sínodo Ordinario de
octubre de 2015.
Más de 191 voces en un Sínodo “no mediático”, porque
se trata de una reunión en la fe
(RV).- (Con audio) De todas las regiones
del mundo con su diversa problemática, ya expusieron los 191 padres Sinodales y también
los auditores, entre los que están los matrimonios que participan del Sínodo.
Pero
-aunque en los Programas en español de Radio Vaticana ponemos al aire y en el sitio
Web, lo que los padres sinodales y matrimonios dicen ante nuestros micrófonos-, digo
que es un Sínodo no mediático porque los medios en general y muchos de los periodistas
llamados “vaticanistas”, exigen resultados o demandan al menos una palabra o pormenor
que delate internas o partidos.
El Sínodo no es “mediático” en este sentido
“comercial” -por decir de algún modo-, porque se trata de una reunión convocada en
la fe en Jesús de Nazaret; un encuentro de curas; de sacerdotes -porque el obispo
es un sacerdote-, con matrimonios invitados, que vinieron a Roma para hablar con el
Papa y por pedido del Papa, sobre el tema preocupante de la familia, tan herida hoy
en sus miembros por golpes desintegradores. Niños, jóvenes, adultos y ancianos víctimas
de la pobreza, de la falta de trabajo, de la violencia, de la guerra, del asesinato,
de la migración, de la discriminación, de la trata de personas, del abuso, sin techo,
educación, ni salud.
Y Francisco, que pidió el primer día que todos hablaran
con libertad y escucharan con humildad, está todo el tiempo en el Aula del Sínodo
escuchando y escuchando a cada uno, en las así llamadas “Congregaciones” del Sínodo.
Escucha y escucha en un ejercicio largo de escucharse unos a otros, de tan diversas
partes, culturas, problemáticas. Y solamente se escuchan, porque no es un “parlamento”
que debe promulgar una ley nueva. Son más bien un gran consejo, en este “caminar juntos
del Pueblo de Dios con sus pastores”.
Si el Sínodo solamente sirviera para
abrirnos los ojos y para ver mejor y con más profundidad la realidad de sufrimiento
que viven tantas familias, junto a la fuerza y la fecundidad de la presencia de Jesús
resucitado, en el testimonio de tantas familias felices y llenas de esperanza, ya
sería muchísimo. Nos ayudará a caminar más concientes de que Jesús no nos deja solos,
que nos acompaña en las pruebas y tentaciones y de que Él es causa de nuestra alegría;
es el amor hecho carne que nos cura, nos vivifica y reúne en la unidad de la familia.
Con
esta fuerza de Jesús resucitado, lleno de misericordia y compasión, cada vez habrá
menos escándalos, mal que le pese al negocio de algunos.
El desafío
del Sínodo es ver la realidad de la Familia tal cuál es
(RV).- (Con audio)
Muchos de los padres
sinodales subrayan la importancia de la presencia constante de Papa Francisco en el
Aula del Sínodo, escuchando la exposición de cada uno y también compartiendo los recreos.
La cercanía del Obispo de Roma es atención y escucha particular al tema de la familia
que ocupa al Sínodo de Obispos. Esta cercanía anima a los pastores del Pueblo de Dios
venidos de todo el mundo y da la nota al ambiente distendido, de encuentro fraterno
y diálogo, que se respira en el Aula Sinodal.
La realidad y situación de crisis
de la familia es lo que se quiere mirar en profundidad. Pero desde la mirada de amor
de Jesucristo que vivió en una familia y que ama a cada una de estas familias que
están en serios problemas. Problemas delicados que no se pueden superar solo con reglas
sino con la mirada puesta en Jesucristo, como pide Francisco, y como insisten los
obispos y cardenales a los que pedí un mensaje para las familias desanimadas.
Algunos
padres sinodales consultados -como el superior General de la Compañía de Jesús, Adolfo
Nicolás-, piensan que lo mejor que puede pasar en este Sínodo es que al interno de
la Iglesia se abra ese “tercer ojo” que permite mirar y ver la realidad de nuestro
mundo tal cuál es; la realidad concreta que vive hoy la familia; salir de una mirada
“legalista” -por decir de alguna manera-, para entrar en lo profundo de las situaciones
difíciles y acompañar allí, con la mirada de amor, verás y misericordiosa de Jesús.
La
Familia amada con la mirada de amor de Jesucristo, pide el Papa a los Padres Sinodales
(RV).- (Con audio) Con Francisco a la
cabeza la Iglesia toda sale al encuentro de la familia tan querida y tan herida, con
un Sínodo Extraordinario. El Vaticano se anima, con libertad y humildad, a abrir las
puertas a 191 padres sinodales, que cargan en sus hombros y corazones de pastores
del Pueblo de Dios, los sufrimientos de tantas familias de sus conferencias episcopales
y regiones del mundo entero, representadas aquí en el Vaticano. Traen los gozos de
muchas familias felices y también las tribulaciones como las de tantas familias desmembradas
por el negocio de la guerra, desgarradas por la persecución sufrida a causa de la
fe; o aquellas familias fragmentadas por el drama de la migración, con muchos que
terminan víctimas del negocio de la trata de personas por el crimen organizado.
¿Cómo
estar más cerca de la familia “con la mirada de amor de Jesucristo”, como ha pedido
el Papa?
Son muchas las regiones flageladas por la violencia desintegradora
de la pobreza, la falta de trabajo, la droga, la delincuencia, que sumergen a la familia
en la crisis y a los jóvenes les aborta el sueño de formar una familia.
¿Como
acariciar estas heridas tan profundas con las mismas llagas de Jesús que murió y resucitó
también por estas familias masacradas hoy por la cultura de lo provisorio y del descarte,
del dios dinero?
El sufrimiento de tantos niños con padres separados; los problemas
del matrimonio, de los esposos, de la pareja, de los novios; tantas situaciones nuevas,
son afrontados con valentía, verdad, misericordia y esperanza; con sinceridad, experiencia,
sabiduría y deseos de encontrar hoy el modo mejor de acompañar a la familia “con la
mirada de amor de Jesucristo”, junto al Santuario de san Pedro en Roma.
El
Sucesor de Pedro invitó a hablar sin temor, con libertad, según lo que se siente en
el Señor, y a escuchar con humildad.
El vino se mezcló con la sangre,
pero la sangre dio fruto abundante
(RV).- (Con audio) El vino bueno de la
alegría del Evangelio -de las sabrosas uvas de la viña del Señor, de la que habla
Jesús en la parábola de los viñadores homicidas-, es la herencia, el patrimonio vital
que el Padre Dios quiere compartir con nosotros.
¿Acepto lo que Dios me ofrece
con tanta gratuidad y ternura?, ¿estoy bebiendo el vino bueno de la alegría del Evangelio?
Los
viñadores homicidas y ladrones -a los que Jesús se refiere en el Evangelio-, rechazan
al dueño para apropiarse de la viña, golpeando y matando a los servidores, incluso
al hijo mismo del dueño de la viña.
Esto de apropiarse, quitar, robar, adueñarse,
golpeando y matando, es la cruel realidad de nuestros días a nivel mundial, en el
país y en el interior de muchas familias que sufren tanto la violencia del egoísmo,
el individualismo, los intereses particulares… Igual que en el tiempo de Jesús, cuando
lo asesinaron en la cruz.
¿De qué parte estoy yo?, me pregunto. Y vos ¿estas
con los viñadores homicidas o con los servidores del Hijo de Dios?
Qué locura
es pensar que podremos sin el dueño de la viña y de la vida plena; cuando rechazamos
a Dios considerándonos dueños de las cosas y peor todavía, cuando nos consideramos
dueños de la vida de las personas, que podemos golpearlos y matarlos.
Soy como
el gajo cortado de su tronco y sus raíces. Separado de la fuente de la Vida plena
no puedo dar frutos y me seco.
Jesús -que afirma que el dueño de la viña hará
justicia entregándola a otro pueblo que produzca fruto-, dice también en el Evangelio:
“Yo soy la vid y ustedes los gajos, el que está unido a mi produce mucho fruto”.
Señor,
que con todos los míos queridos, podamos injertarnos en el árbol de la cruz para beber
el vino bueno del cáliz de tu sangre, que nos cura del mal y nos llena con la alegría
viva del Evangelio. Con premura de ángeles y corazón de niño, fluye la comunicación
y comunión con Dios en la liturgia de la semana
(RV).- (audio) Aunque es un espíritu,
el arcángel san Miguel alcanza el peso y la fuerza eficaz del soldado, que ejecuta
con la justicia de Dios la expulsión del demonio de la presencia divina. El arcángel
Gabriel, revoluciona el universo con el anuncio a María de Nazaret, de la potente
misericordia del Dios que se hace humano.
Rafael manifiesta también la soberanía
divina, como brazo de Dios que cura del mal. Los ángeles significan atributos sobrenaturales,
potentes y eficaces de la presencia de Dios en su comunicación con nosotros.
El
29, fiesta de los arcángeles, en el Evangelio Jesús mismo dice a Natanael: “verás
el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Y el 2 de octubre, en la fiesta de los ángeles custodios -el tuyo y el mío-, también
Jesús advierte: “cuidado con maltratar a los niños, porque sus ángeles ven en el cielo
el rostro de Dios”.
Los ángeles son como el marco vivo de la puerta del cielo
abierto. Una puerta abierta que solo perciben aquellos que tienen espíritu de niño,
puro, sencillo, confiado en el amor de Dios y abierto a sus sorpresas, como pide Jesús
en el Evangelio.
El ejemplo lo tenemos en san Jerónimo, sacerdote y doctor
de la Iglesia, que fue al desierto a rezar y nos tradujo la Biblia. Lo celebramos
el 30.
Basta escuchar el nombre de santa Teresita del Niño Jesús para percibir
algo del espíritu de niño y de la premura de los ángeles en la comunicación y comunión
con Dios. La celebramos el 1 de octubre.
También la persona de san Francisco
de Asís -que celebramos el 4 de octubre-, nos habla del espíritu puro, sencillo, humilde,
confiado del niño en la aceptación radical de la alegría del Evangelio, que permite
la fluidez sanadora, vivificante, potente, benéfica de la comunicación con Dios que
encarnan los ángeles y arcángeles.
Jesús, es la Palabra
de Dios que ilumina nuestros pasos
(RV).- (Con audio) En la liturgia eucarística
de la semana está la imagen de la luz, en boca de Jesús y también de comunidad orante:
“No se enciende una lámpara para esconderla, sino en lugar alto para que ilumine toda
la casa” dice Jesús el día 22, animando a sus discípulos a ser ejemplo de vida para
los otros, como el mejor modo de anuncio del Evangelio, al que nos envía el día 24,
cuando la comunidad orante repite del salmo 118: “Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero”.
Jesús, Luz del mundo, es el resplandor de la Palabra de
Dios Amor, en su intento de diálogo con nosotros. Escuchar y practicarla nos hace
familia suya, afirma el mismo Jesús el día 23. En el Evangelio del día 25 el mismo
Herodes se pregunta ¿quién es este Jesús de quien escucho semejantes cosas? Y el 26
Jesús en persona me pregunta y te pregunta ¿quién soy yo para vos? La fe de Pedro
pescador nos revela la luz de Cristo en su respuesta: “Tu eres el Mesías de Dios”.
Pero el resplandor de la identidad de Jesús alcanza su plenitud recién con en su resurrección,
después de pasar por el sufrimiento y el rechazo de la muerte en cruz, como Jesús
advierte. Entonces, según el evangelio del 27, vuelve sobre Pedro y los otros la sombra
del miedo, opuesto a la confianza en Dios propia de la fe, como nos sucede a vos y
a mí frente a las tinieblas del mal que parecen invencibles. Que san Pío de Pietrelcina,
un gran santo franciscano capuchino que celebramos el 23; que conoció en carne propia
esta lucha interior entre la luz de la fe y las tinieblas del mal; que se pasaba horas
y horas en el confesionario -haciendo realidad el Evangelio de la misericordia-, nos
ayude con su intercesión a buscar la alegría del encuentro y diálogo amoroso con Dios
y los hermanos, a la luz de su Palabra de amor hecha carne: Jesús de Nazaret, Luz
del mundo.
La fuerza de Dios cura, regenera el amor herido, agotado
del matrimonio, dijo el Papa (RV).- (Con audio) En la homilía de la
misa que celebró el domingo 14 con el sacramento del matrimonio de 20 parejas italianas,
tomando la imagen de las serpientes que mordían al pueblo de Dios en el desierto,
de la liturgia de la Exaltación de la Cruz, el Obispo de Roma, habló de un antídoto
“más fuerte que el veneno del tentador”; habló de la fuerza de la gracia; de la misericordia
que brota de la cruz, como una fuerza que cura, pero que además “regenera y encausa
de nuevo la vida conyugal y familiar”.
Se trata ciertamente de la gracia del
misterio sagrado del matrimonio; del sacramento. Pero me parece importante resaltar
esta afirmación de Francisco sobre este poder de Dios capaz de curar, regenera y encausar
“mantener y renovar” el amor, cuando el amor humanamente se pierde, se hiere, se agota”.
Dijo
el Papa: “Esto me lleva a pensar en las parejas de esposos que “se sienten cansadas
del camino” de la vida conyugal y familiar. El cansancio del camino se convierte en
agotamiento interior; pierden el gusto del Matrimonio, no encuentran ya en el Sacramento
la fuente de agua. La vida cotidiana se hace pesada, y tantas veces ‘da náusea’.”
Hablando
de la cruz de Jesús que aparece prefigurada en la cruz con la serpiente que Moisés
hizo en el desierto, Francisco explicó: “El remedio que Dios da al pueblo vale también,
especialmente, para los esposos que, “extenuados del camino”, son mordidos por la
tentación del desánimo, de la infidelidad, de mirar atrás, del abandono. También a
ellos Dios Padre les entrega a su Hijo Jesús, no para condenarlos, sino para salvarlos:
si confían en Él, los cura con el amor misericordioso que brota de su Cruz, con la
fuerza de una gracia que regenera y encauza de nuevo la vida conyugal y familiar”.
“El
amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de
mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota.
El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque
eso es el matrimonio: un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre
tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión
de ayudar a su marido a ser más hombre. Esta es la misión que tienen entre ustedes.
Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas, no, no
sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero
así es la vida.”
El Sucesor de Pedro manifestó en vísperas ya del Sínodo sobre
los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Evangelización: “Las familias
son el primer lugar en que nos formamos como personas y, al mismo tiempo, son los
“ladrillos” para la construcción de la sociedad.” Y el Vicario de Cristo dio un consejo
a los noveles esposos: Que aunque haya peleas “jamás terminen la jornada sin hacer
la paz”. Es suficiente un pequeño gesto y así se sigue caminando. El matrimonio es
símbolo de la vida, de la vida real, no es una ‘novela’. Es el sacramento del amor
de Cristo y de la Iglesia, un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía”.
El
signo de la Cruz de Jesús preside los altares; las liturgias y con el aceite del Crisma
impregna el cuerpo de todo bautizado
(RV).- (Con audio) En todos los altares
de los templos y también los altares familiares; en todas las liturgias de los misterios
sagrados, preside siempre la santa cruz. Pero la liturgia de ésta semana inició con
la Fiesta de la Exaltación del Cruz. “Nosotros no exaltamos una cruz cualquiera o
todas las cruces -dijo Papa Francisco-. Exaltamos la cruz de Jesús, porque en ella
se ha revelado al máximo el amor de Dios por la humanidad”.
Si abrimos el foco
vemos en el calvario a la Madre dolorosa acompañando a Jesús, con un amor fiel que
tampoco claudica frente a la tentación, dolor, oscuridad de la cruz. “La madre piadosa
estaba junto a la cruz y lloraba mientras el hijo pendía. Por los pecados del mundo
vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce madre”, reza el himno de la fiesta de
la Dolorosa el 15 de setiembre. Y es precisamente junto a la cruz su parto como madre
de todos. La curación y vivificación que nos da la cruz viene junto con la maternidad
de la Virgen. Somos familia, somos hijos en el Hijo, por la cruz de Jesús y tenemos
una madre.
Esta cruz que es el sello de familia impregna el cuerpo del bautizado,
signado con la cruz en la frente y el pecho con el santo crisma y el óleo de los catecúmenos
en el bautismo. También en el sacramento de la Reconciliación, el sacerdote con la
absolución de los pecados traza el signo de la cruz sobre el penitente. Y la cruz
vuelve a tocarnos en el sacramental de la bendición que nos da el sacerdote, el padre,
la madre, el abuelo, recordándonos este sello del bautismo y de los misterios sagrados
de la confirmación, la reconciliación. Al inicio y al final del día nos ponemos ante
Dios y nos dejamos abrazar y proteger por el amor fiel y victorioso de Jesús persignándonos
o santiguándonos, como también al comienzo y al final de cada oración.
Contemplamos
el máximo amor de Dios por la humanidad en las estampas y representaciones de la cruz
de Jesús en tantos crucifijos de tantos tamaños, colores y materiales distintos. Es
el “sacramental” más conocido y extendido en el mundo cristiano; resume la fe católica
en la fórmula que acompaña el signo: “En el nombre del Padre y del Hijo del Espíritu
Santo”.
“Quien confía en Jesús crucificado recibe la misericordia de Dios que
cura del veneno mortal del pecado”, dijo El Papa. Que la madre dolorosa nos ayude
a recibir, aceptar, vivir del Amor de Dios que brota de la cruz.
¿De
qué bosque habrán sido los leños de la Cruz de Cristo?
(RV).- (Con audio)
¿De qué bosque habrán
sido los leños de la cruz de Cristo? preguntó el catecúmeno. Y el catequista respondió:
El nombre del bosque no es esencial, porque Jesús, con estos leños ya talados y secos,
creó un árbol nuevo, distinto de los otros, vital, original, orgánico; con su propia
sangre y vida divina como sabia nutriente, con los cinco frutos florecidos y sazonados
de las púrpuras llagas de su cuerpo, alimento y medicina únicos en el mundo, porque
curan del mal, de la muerte y nutren de Vida nueva y plena a los discípulos misioneros,
en los misterios sagrados.
Pero el día de la Exaltación de la Cruz santa, contemplamos
el árbol esencial desnudo, despojado del Cuerpo que le da sabia viva y frutos sustanciosos.
Miramos las dos líneas capitales que definen el ser de Cristo y del cristiano. En
el leño vertical que se levanta hacia Dios como profunda, larga y elevada plegaria,
vemos el camino del amor humilde que entrega toda su vida en sacrificio de gratitud
y adoración al Padre, según lo que Jesús rezó en el Huerto y que nosotros repetimos
en el Padrenuestro: “Que se haga tu voluntad y no la mía”; “que sea como tu quieres
y no como quiere mi yo”.
Y en el leño horizontal sentimos el abrazo de Jesús
a todos sus hermanos adoptivos. Un abrazo fortalecido por la humildad del trabajo
cotidiano, en servicio de los hombres y mujeres más anónimos, invisibles, descartados,
incurables, desahuciados, rotos, perdidos, confundidos, descompuestos, condenados,
adictos, viciosos… Donde también vos y yo podemos cobijarnos. Contemplando los
dos rieles seguros, como puerta y camino en los leños cruzados, podemos repetir sobre
nuestro cuerpo el signo de la santa cruz redentora del mundo, recordando que el sacerdote
traza la cruz sobre nosotros en cada absolución, como lo hizo con el santo Crisma
el día del Bautismo y en la Confirmación: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén
Jesús instruye a sus discípulos en medio de la
muchedumbre que quiere tocarlo porque sale de él una fuerza sanadora
(RV).-
(Con audio) La imagen de Jesús
al centro de la comunidad, presente cuando dos o más ruegan al Padre en su nombre;
junto al pedido de Jesús mismo a la comunidad de corregir con caridad al equivocado,
preside la oración de esta semana.
El día 9, vemos al mismo Jesús –también
en el evangelio del día- amasando en la oración la decisión del llamado a los doce.
Los
días siguientes, continuando la lectura del capítulo 6 de Marcos, contemplamos a Jesús
rodeado de un gran número de discípulos y de una gran multitud de pueblo de todas
partes, que viene para escucharlo. Todos quieren tocarlo porque sale de él una fuerza
sanadora.
Mientras tanto Jesús dice: “Felices los pobres… los hambrientos…
los que lloran…”. Pobres, hambrientos y llorantes tenemos siempre cerca y hasta podemos
verlos si abrimos los ojos y dejamos de mirarnos el ombligo. Pero después Jesús de
Nazaret dice otra cosa más específica del discípulo y que hoy, está pasando de modo
cruel en la región del autoproclamado estado islámico, donde los cristianos son expulsados
o asesinados: “Felices cuando los odien y los destierren y los insulten y denigren
a causa de mí, porque su premio en el cielo es abundante…”.
“Pero ay de ustedes
los ricos… los que ahora están satisfechos… los que ahora ríen… Ay de ustedes si todos
hablan bien… Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian, bendigan a los
que los maldicen, recen por los que los injurian… Sean compasivos… no juzguen… perdonen…
den. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro interior y el hombre malo saca
lo malo que tiene dentro. De lo que está lleno el corazón habla la boca. ¿Por qué
dicen “¡Señor, Señor!” si no hacen lo que les digo?”.
La fiesta del jesuita
san Pedro Claver “esclavo de los esclavos negros” el 9 y la fiesta de la exaltación
de la cruz el 14 ayudan en la decisión de responder al llamado de Jesús, de salir
al que sufre y tocar las llagas de Jesús en la carne del hermano herido.
Roguemos
la intercesión de la Virgen Madre de Jesús de Nazaret, en la fiesta de su nacimiento
el 8 de setiembre y de su santísimo nombre el 12.
Santos y santas de Dios,
rueguen por nosotros. Rueguen para que nuestras comunidades tengan la audacia de la
comunión fraterna. Que aprendamos el arte de la corrección fraterna hecha con discreción,
que experimentemos la alegría del perdón pedido con humildad y ofrecido con generosidad,
que creamos en el poder de la oración unánime. Que en nuestro amor fraterno brille
siempre la presencia de Jesús en medio nuestro, para ser testigos del Evangelio de
Jesús en toda su radicalidad, incluso hasta la cruz.
La presencia viva
de Jesús nos hace hermanos
(RV).- (Con audio) Una clave
esencial de la comunidad es que Jesús –que nos junta y en el que creemos-, no está
ausente, sino que está presente en medio de sus discípulos misioneros. La presencia
de Jesús resucitado con su Espíritu de amor, suscita en la comunidad la caridad fraterna.
Y la misma caridad defiende del mal a la comunidad.
“Yo me imagino a Jesús
más grande, abrazando a todos sus discípulos y soplando en ellos su Espíritu de Amor.
A la vez que los estrecha en su abrazo, los defiende” dice Beatriz.
Hugo Vázquez
expresa: “Cuando Jesús en el Evangelio dice ‘Donde dos o mas se reúnen en mi nombre,
ahí estoy yo en medio de ellos’, me impresiona mucho que sea el mismo Jesús el que
lo dice”.
Es verdad, que Jesús resucitado está presente en la comunidad de
creyentes, no lo dice un obispo, un gran predicador o un teólogo sabio, sino el mismo
Jesús en el Evangelio, hablando con sus discípulos, en el capítulo 18 en el que Mateo
habla de la comunidad. Es el mismo Jesús, el que nos revela y asegura su presencia
entre nosotros, cuando nos unimos para rogar algo al Padre en su nombre.
Y
la misteriosa presencia de Jesús resucitado, suscita la salida del propio egoísmo
para ir al hermano con la caridad fraterna y hacer con él comunidad.
Por eso,
si un hermano peca, Jesús nos pide que no dejemos que continúe dañándose a si mismo
y a los demás con su pecado. Eso sería una falta de caridad. Si se lo quiere, hay
que ejercitar la corrección fraterna.
Pero, en la pedagogía con el pecador
que Jesús indica, queda claro que si este hermano no acepta la corrección fraterna
y no quiere cambiar de actitud, es él mismo el que se auto excluye de la comunidad,
se pone a fuera. Y por eso Jesús defendiendo la comunidad de discípulos misioneros
dice: “Entonces trátalo como a un pagano o publicano”.
Padre que escuchas
a cuantos se ponen de acuerdo para pedirte cualquier cosa en nombre de tu Hijo, danos
un corazón y un espíritu nuevo, para que nos hagamos sensibles a la suerte de cada
hermano nuestro, según el mandamiento del amor.