El cardenal Parolin en las Naciones Unidas: Unidad de acción por el bien común
(RV).- El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado pronunció ayer, 29 de septiembre,
un discurso durante la 69 Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en
la que se debatieron, entre otros temas el Programa de Transformación y Desarrollo
a partir del 2015.
El cardenal subrayó en primer lugar que la Santa Sede valora
los esfuerzos de las Naciones Unidas para garantizar la paz mundial, el respeto de
la dignidad humana, la protección de las personas, especialmente las más pobres y
vulnerables así como un desarrollo económico y social armonioso. Pero, citando las
palabras del Papa Francisco, recordó que en nuestra época hay un peligro de indiferencia
generalizada que no sólo atañe al campo de la política, sino que también afecta a
los sectores económicos y sociales ya que una parte importante de la humanidad no
participa de los beneficios del progreso y de hecho se ve relegada a la condición
de ciudadanos de segunda clase. ''En algunos casos -observó- esa apatía es sinónimo
de irresponsabilidad'', como hoy en día cuando una unión de Estados, que ''fue creada
con el objetivo fundamental de preservar a las generaciones del horror de la guerra
que acarrea indecibles sufrimientos a la humanidad permanece pasiva frente a las hostilidades
sufridas por poblaciones indefensas''. Y, en este contexto, el purpurado italiano
repitió el llamamiento del Papa a la comunidad internacional el pasado mes de agosto
para que pusiera fin a la tragedia humanitaria en el norte de Irak.
Parolin
habló también de la dramática situación en Irak y Siria, ambas muestra de un fenómeno
totalmente nuevo: la existencia de una organización terrorista que amenaza a todos
los Estados y promete derribarlos para sustituirlos por un gobierno mundial pseudo-religioso.
''Todavía hoy - afirmó- hay quienes tienen la presunción de ejercer el poder coaccionando
a las conciencias... persiguiendo y asesinando en nombre de Dios. Esos actos hieren
a enteros grupos étnicos, a poblaciones y culturas antiguas. Hay que recordar que
este tipo de violencia nace de un desprecio por Dios y falsea la religión misma...
que establece que cada ser humano es una imagen del Creador. En un mundo donde la
comunicación es global, este fenómeno ha encontrado seguidores en numerosos lugares,
atrayendo además, a jóvenes de todo el mundo, a menudo desilusionados por la indiferencia
generalizada y la falta de valores en las sociedades más ricas. Es un reto que, con
todos sus aspectos trágicos, debe impulsar a la comunidad internacional a promover
una respuesta unificada, basada en criterios jurídicos sólidos y en la voluntad colectiva
de cooperar para el bien común''.
Con este fin, la Santa Sede considera útil
centrar la atención en dos áreas principales. La primera es hacer frente a los orígenes
culturales y políticos de los desafíos contemporáneos, reconociendo la necesidad de
estrategias innovadoras para abordar una serie de problemas internacionales en que
los factores culturales juegan un papel fundamental. La segunda es analizar a fondo
la eficacia del derecho internacional en la actual coyuntura y su provechosa implementación
en los mecanismos propios de las Naciones Unidas para evitar la guerra, detener a
los agresores, proteger a la población y ayudar a las víctimas.
''La situación
actual -reiteró- requiere una comprensión más incisiva de este derecho prestando especial
atención a la "responsabilidad de proteger''. De hecho, una de las características
del reciente fenómeno terrorista es que no tiene en cuenta la existencia del Estado
y, en consecuencia de todo el orden internacional.... También socava y rechaza todos
los sistemas jurídicos existentes, tratando de imponer el dominio sobre las conciencias
y un control completo sobre las personas.... La naturaleza global de este fenómeno,
que no conoce fronteras, es precisamente la que hace que el marco del derecho internacional
sea la única forma viable de hacerle frente... Esta realidad necesita unas Naciones
Unidas renovadas para fomentar y preservar la paz. Por lo tanto, la situación actual,
aunque de hecho sea bastante grave, es también una ocasión para que los Estados Miembros
honren el verdadero espíritu de la Carta de las Naciones Unidas haciéndose eco de
los trágicos conflictos que desgarran pueblos y naciones enteras . Es una pena , que
hasta el momento, la comunidad internacional se haya caracterizado por voces contradictorias
e incluso por el silencio con respecto a los conflictos en Siria, Oriente Medio y
Ucrania. Es de suma importancia que haya una unidad de acción por el bien común, evitando
el fuego cruzado de vetos. En resumen, la promoción de una cultura de paz exige renovados
esfuerzos en favor del diálogo, el aprecio de las culturas y la cooperación, respetando
la diversidad de sensibilidades. En última instancia, tiene que haber una verdadera
voluntad de aplicar enteramente los mecanismos actuales de la ley, abriéndose, al
mismo tiempo, a las características de este momento crucial. Esto asegurará un enfoque
multilateral más al servicio de la dignidad humana y del progreso del desarrollo humano
integral en todo el mundo''.
A continuación, el Secretario de Estado, refiriéndose
a la aprobación del Programa de Transformación y Desarrolló, confirmó que la Santa
Sede ve con agrado los diecisiete "Objetivos de Desarrollo Sostenible" propuestos
por el Grupo de Trabajo Abierto para Metas Sostenibles que tratan de abordar las causas
estructurales de la pobreza mediante la promoción de un trabajo digno para todos.
''Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de las Naciones Unidas y de muchas personas
de buena voluntad -apuntó- el número de pobres y excluidos es cada vez mayor, no sólo
en los países en desarrollo sino también en los desarrollados''. De ahí que la "responsabilidad
de proteger", normalmente referida a las agresiones extremas contra los derechos humanos,
a los casos de grave desprecio del derecho humanitario o graves catástrofes naturales,
se extienda también, incluido el ámbito jurídico , a la protección de las personas
contra otras formas de agresión, que son menos evidentes pero igual de serias y reales.
Por ejemplo, ''un sistema financiero regido sólo por la especulación y la explotación
máxima de las ganancias, o en el que los individuos se consideren como artículos desechables
-en una cultura del descarte- podría ser equivalente, en ciertas circunstancias, a
una ofensa contra la dignidad humana. De ello se deduce, por tanto, que la ONU y sus
Estados miembros tienen una responsabilidad urgente y grave con los pobres y excluidos,
teniendo siempre presente que la justicia social y económica es una condición esencial
para la paz''.