Tras el invierno del aislamiento y las persecuciones, ha llegado por fin la primavera
de la libertad, el Papa a las autoridades albanesas
(RV).- (Con audio. Actualizado) Como previsto, en el marco de su viaje apostólico
a Albania, el Papa tuvo su primer encuentro con las realidades locales. En el palacio
presidencial de Tirana, el Obispo de Roma fue recibido por las autoridades del país.
En su discurso, el Papa peregrino manifestó su alegría al visitar "la noble
tierra de Albania", tierra de héroes y de mártires, que dieron testimonio de fe en
los tiempos difíciles de persecución. El Santo Padre se refirió al camino de reconstrucción
material y espiritual que la sociedad albanesa ha podido emprender a casi un cuarto
de siglo desde que Albania retomó "el camino arduo pero apasionante de la libertad".
Ésta ha permitido a los albaneses mirar al futuro "con confianza y esperanza".
El
Sucesor de Pedro también resaltó el respeto de los derechos humanos, entre los cuales
destacó la libertad religiosa y de pensamiento, "que es condición previa para el mismo
desarrollo social y económico de un país".
Otro tema tocado por Francisco fue
"la feliz característica de Albania": la convivencia pacífica y la colaboración entre
los que pertenecen a diversas religiones. "Lo que sucede en Albania demuestra que
la convivencia pacífica y fructífera entre personas y comunidades que pertenecen a
religiones distintas, no sólo es deseable, sino también posible". "Tras el invierno
del aislamiento y las persecuciones, ha llegado por fin la primavera de la libertad",
observó el Pontífice, quien resaltó asimismo que la Iglesia católica ha podido retomar
una existencia normal, restableciendo su jerarquía y reanudando los hilos de una larga
tradición. La presencia de la Iglesia y su acción es percibida, puntualizó Francisco,
como un servicio "no sólo para la comunidad católica sino para toda la Nación".
Refiréndose
también a los acuciantes problemas mundiales resultado de la globalización económica
y cultural, el Papa insistió una vez más en que el desarrollo no será auténtico si
no es también sostenible y ecuo. "A la globalización de los mercados en necesario
que corresponda la globalización de la solidaridad".
(GM, RC -RV)
DISCURSO COMPLETO DEL SANTO PADRE A LAS AUTORIDADES ALBANESAS
Señor
Presidente Señor Primer Ministro Distinguidos Miembros del Cuerpo Diplomático Excelencias,
Señoras y Señores
Estoy muy contento de encontrarme con ustedes en esta noble
tierra de Albania, tierra de héroes, que sacrificaron su vida por la independencia
del país, y tierra de mártires, que dieron testimonio de su fe en los tiempos difíciles
de la persecución. Les agradezco la invitación a visitar su patria, llamada “tierra
de las águilas”, y les agradezco también por su festiva acogida.
Ha pasado
ya casi un cuarto de siglo desde que Albania ha encontrado de nuevo el camino arduo
pero apasionante de la libertad. Gracias a ello, la sociedad albanesa ha podido iniciar
un camino de reconstrucción material y espiritual, ha desplegado tantas energías e
iniciativas, se ha abierto a la colaboración y al intercambio con los países vecinos
de los Balcanes y del Mediterráneo, de Europa y de todo el mundo. La libertad recuperada
les ha permitido mirar al futuro con confianza y esperanza, poner en marcha proyectos
y tejer nuevas relaciones de amistad con las naciones cercanas y lejanas.
El
respeto de los derechos humanos, - respeto es una palabra esencial entre ustedes -
el respeto de los derechos humanos entre los cuales destaca la libertad religiosa
y de pensamiento, es condición previa para el mismo desarrollo social y económico
de un país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos
y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana
puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común.
Me alegro
de modo especial por una feliz característica de Albania, que debe ser preservada
con todo cuidado e interés: me refiero a la convivencia pacífica y a la colaboración
entre los que pertenecen a diversas religiones. El clima de respeto y confianza recíproca
entre católicos, ortodoxos y musulmanes es un bien precioso para el país y que adquiere
un relieve especial en este tiempo en que, de parte de grupos extremistas, se desnaturaliza
el auténtico sentido religioso y en que las diferencias entre las diversas confesiones
se distorsionan e instrumentalizan, haciendo de ellas un factor peligroso de conflicto
y violencia, en vez de una ocasión de diálogo abierto y respetuoso y de reflexión
común sobre el significado de creer en Dios y seguir su ley.
Que nadie piense
que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos.
Que nadie tome la religión como pretexto para las propias acciones contrarias a la
dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar el de la vida y
el de la libertad religiosa de todos.
Lo que sucede en Albania demuestra en
cambio que la convivencia pacífica y fructífera entre personas y comunidades que pertenecen
a religiones distintas no sólo es deseable, sino posible y realizable de modo concreto.
En efecto, la convivencia pacífica entre las diferentes comunidades religiosas es
un bien inestimable para la paz y el desarrollo armonioso de un pueblo. Es un valor
que hay que custodiar y hacer crecer cada día, a través de la educación en el respeto
de las diferencias y de las identidades específicas abiertas al diálogo y a la colaboración
para el bien de todos, mediante el conocimiento y la estima recíproca. Es un don que
se debe pedir siempre al Señor en la oración. Que Albania pueda continuar siempre
en este camino, sirviendo de ejemplo e inspiración para muchos países.
Señor
Presidente, tras el invierno del aislamiento y las persecuciones, ha llegado por fin
la primavera de la libertad. A través de elecciones libres y nuevas estructuras institucionales,
se ha consolidado el pluralismo democrático que ha favorecido también la recuperación
de la actividad económica. Muchos, movidos por la búsqueda de trabajo y de mejores
condiciones de vida, sobre todo al comienzo, tomaron el camino de la emigración y
contribuyen a su modo al progreso de la sociedad albanesa. Otros muchos han descubierto
las razones para permanecer en su patria y construirla desde dentro. El trabajo y
los sacrificios de todos han contribuido a mejorar las condiciones generales.
La
Iglesia católica, por su parte, ha podido retomar una existencia normal, restableciendo
su jerarquía y reanudando los hilos de una larga tradición. Se han edificado o reconstruido
lugares de culto, entre los que destaca el Santuario de la Virgen del Buen Consejo
en Scutari; se han fundado escuelas e importantes centros educativos y de asistencia,
para toda la ciudadanía. La presencia de la Iglesia y su acción es percibida justamente
como un servicio no sólo para la comunidad católica sino para toda la Nación.
La
beata Madre Teresa, junto a los mártires que dieron testimonio heroico de su fe –a
ellos va nuestro reconocimiento más alto y nuestra oración– ciertamente se alegran
en el Cielo por el compromiso de los hombres y mujeres de buena voluntad para que
florezca de nuevo la sociedad y la Iglesia en Albania.
Sin embargo, ahora
aparecen nuevos desafíos a los que hay que responder. En un mundo que tiende a la
globalización económica y cultural, es necesario esforzarse para que el crecimiento
y el desarrollo estén a disposición de todos y no sólo de una parte de la población.
Además, el desarrollo no será auténtico si no es también sostenible y ecuo, es decir,
si no tiene en cuenta los derechos de los pobres y no respeta el ambiente. A la globalización
de los mercados es necesario que corresponda la globalización de la solidaridad; el
crecimiento económico ha de estar acompañado por un mayor respeto de la creación;
junto a los derechos individuales hay que tutelar los de las realidades intermedias
entre el individuo y el Estado, en primer lugar la familia. Albania afronta hoy estos
desafíos en un marco de libertad y estabilidad que hay que consolidar y que representa
un buen augurio para el futuro.
Agradezco cordialmente a cada uno por la exquisita
acogida y, como hizo san Juan Pablo II, en abril de 1993, invoco sobre Albania la
protección de María, Madre del Buen Consejo, confiándole las esperanzas de todo el
pueblo albanés. Que Dios derrame sobre Albania su gracia y su bendición.