¿De qué bosque habrán sido los leños de la Cruz de Cristo?
Reflexiones en Frontera, Jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (Con audio)
¿De qué bosque habrán
sido los leños de la cruz de Cristo? preguntó el catecúmeno. Y el catequista respondió:
El nombre del bosque no es esencial, porque Jesús, con estos leños ya talados y secos,
creó un árbol nuevo, distinto de los otros, vital, original, orgánico; con su propia
sangre y vida divina como sabia nutriente, con los cinco frutos florecidos y sazonados
de las púrpuras llagas de su cuerpo, alimento y medicina únicos en el mundo, porque
curan del mal, de la muerte y nutren de Vida nueva y plena a los discípulos misioneros,
en los misterios sagrados.
Pero el día de la Exaltación de la Cruz santa, contemplamos
el árbol esencial desnudo, despojado del Cuerpo que le da sabia viva y frutos sustanciosos.
Miramos las dos líneas capitales que definen el ser de Cristo y del cristiano. En
el leño vertical que se levanta hacia Dios como profunda, larga y elevada plegaria,
vemos el camino del amor humilde que entrega toda su vida en sacrificio de gratitud
y adoración al Padre, según lo que Jesús rezó en el Huerto y que nosotros repetimos
en el Padrenuestro: “Que se haga tu voluntad y no la mía”; “que sea como tu quieres
y no como quiere mi yo”.
Y en el leño horizontal sentimos el abrazo de Jesús
a todos sus hermanos adoptivos. Un abrazo fortalecido por la humildad del trabajo
cotidiano, en servicio de los hombres y mujeres más anónimos, invisibles, descartados,
incurables, desahuciados, rotos, perdidos, confundidos, descompuestos, condenados,
adictos, viciosos… Donde también vos y yo podemos cobijarnos.
Contemplando
los dos rieles seguros, como puerta y camino en los leños cruzados, podemos repetir
sobre nuestro cuerpo el signo de la santa cruz redentora del mundo, recordando que
el sacerdote traza la cruz sobre nosotros en cada absolución, como lo hizo con el
santo Crisma el día del Bautismo y en la Confirmación: En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén