No se deben temer los cambios en la Iglesia, porque el Evangelio es la novedad, dijo
el Papa
(RV).- (Con audio) El Evangelio “es novedad”,
Jesús nos pide que “dejemos de lado las estructuras caducas”. Lo afirmó el Papa Francisco
en su homilía de la misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El Pontífice subrayó que el cristiano no debe ser “esclavo de tantas pequeñas leyes”,
sino abrir el corazón al mandamiento nuevo del amor.
El Papa recordó que los
escribas quieren poner en dificultad a Jesús y le preguntan por qué sus discípulos
no ayunan. Pero el Señor – dijo – no cae en la trampa y responde hablando de fiesta
y de novedad. Francisco se inspiró en un pasaje del Evangelio del día para detenerse
precisamente en la novedad que trajo Jesús y que exhorta a poner el vino nuevo en
odres nuevos:
“A vino nuevo, odres nuevos. La novedad del Evangelio. ¿Qué
cosa nos trae el Evangelio? Alegría y novedad. Estos doctores de la ley estaban cerrados
en sus mandamientos, en sus prescripciones. San Pablo, hablando de ellos, nos dice
que antes de que llegara la fe – es decir Jesús – todos nosotros estábamos custodiados
como prisioneros bajo la ley. Esta ley de esta gente no era mala: custodiados pero
prisioneros, en espera de que llegara la fe. Esa fe que habría sido revelada en el
mismo Jesús”.
El pueblo – observó el Papa – “tenía la ley
que le había dado Moisés”; y después tantas de estas “costumbres y pequeñas leyes”
que habían codificado los doctores. “La ley – comentó Francisco – los custodiaba,
¡pero como prisioneros! Y ellos estaban en espera de la libertad, de la definitiva
libertad que Dios habría dato a su pueblo con su Hijo”. De modo que la novedad del
Evangelio – subrayó – “es ésta: es para rescatar de la ley”:
“Alguno de
ustedes puede decirme: ‘Pero, Padre, ¿los cristianos no tienen ley?’; ¡Sí! Jesús ha
dicho: ‘Yo no vengo a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud. Y la plenitud
de la ley, por ejemplo, son las Bienaventuranzas, la ley del amor, el amor total,
tal como Él – Jesús –nos ha amado. Y cuando Jesús reprocha a esta gente, a
estos doctores de la ley, les reprocha no haber custodiado al pueblo con la ley, sino
de haberlo hecho esclavo de tantas pequeñas leyes, de tantas pequeñas cosas que se
debían hacer”.
Cosas que hay que hacer – añadió el Papa – “sin la libertad
que Él nos trae con la nueva ley, la ley que Él ha sancionado con su sangre”. Y ésta
– reafirmó – “es la novedad del Evangelio, que es fiesta, es alegría y es libertad”.
Es “precisamente el rescate que todo el pueblo esperaba” cuando estaba “custodiado
por la ley, pero como prisionero”. Es esto lo que Jesús quiere decirnos: “A la novedad,
novedad; a vino nuevo, odres nuevos. Y no tengas miedo de cambiar las cosas según
la ley del Evangelio”:
“Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de
la fe. A vino nuevo, odres nuevos. Y por esto la Iglesia nos pide, a todos nosotros,
algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras caducas: ¡no sirven!
Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. No se puede comprender la mentalidad
– por ejemplo – de estos doctores de la ley, de estos teólogos fariseos:
no se pude entender su mentalidad con el espíritu del Evangelio. Son cosas distintas.
El estilo del Evangelio es un estilo diverso, que lleva la ley a la plenitud. ¡Sí!
Pero de un modo nuevo: es el vino nuevo, en odres nuevos”.
“El Evangelio
– dijo también Francisco – ¡es novedad! ¡El Evangelio es fiesta! Y sólo se puede vivir
plenamente el Evangelio con un corazón gozoso y con un corazón renovado”. “Que el
Señor – fue la invocación final del Papa – “nos de la gracia de esta observancia de
la ley. Observar la ley – la ley que Jesús ha llevado a su plenitud – en el mandamiento
del amor, en los mandamientos que vienen de las Bienaventuranzas”. Que el Señor –
concluyó – nos de la gracia de “no permanecer prisioneros”, sino que “nos de la gracia
de la alegría y de la libertad que nos trae la novedad del Evangelio”.