En Siria un misil centró el Convento franciscano de Yacoubieh
(RV).- (Con audio) La tarde del pasado
20 de julio un misil lanzado desde un avión centró el convento franciscano de Yacoubieh,
una aldea poco distante del confín con Turquía, situado en el valle del río Oronte,
en la parte noroccidental de Siria. El edificio de los frailes menores de la Custodia
de Tierra Santa sufrió daños muy graves sin causar víctimas.
Lo refiere el
Padre Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa, quien añade que “el padre
Dhiya Azziz sufrió algunas heridas en la cabeza. Providencialmente – añadió – no
se encontraba en su habitación que fue completamente destruida”. Y dijo que rezan
por el padre Dhiya, por la gente de Yacoubieh y Knaieh, por el padre Hanna y por la
paz en Siria y en todo el Oriente Medio enardecido.
Esta noticia fue publicada
al día siguiente por la revista online de la Custodia de Tierra Santa, “terrasancta.net”,
acompañada por algunas imágenes de lo que queda del Convento y de algunos relatos
de pequeños actos de solidaridad y amistad realizados por los creyentes de diversas
religiones, que siguen repitiéndose a pesar de la gran desorientación creada por el
conflicto que dura ya desde hace tres años.
En Yacoubieh también se encuentra
uno de los cuatro Centros de acogida creados por la Custodia de Tierra Santa que cada
día hospeda a unas 200 personas proveyendo a las exigencias de otras 4.000. El Padre
Azziz es uno de los frailes que permanece en Siria para ayudar a la población local,
no sólo cristiana, a seguir resistiendo y a no abandonar sus propias casas.
En
Siria como en Gaza la situación sigue siendo gravísima. Según los últimos informes
del Network sirio para los derechos humanos, desde marzo de 2011 los heridos ascienden
a un millón cien mil, de los cuales el 45% son niños; mientras 120 mil personas se
ven obligadas a vivir con alguna minusvalía permanente y con complicaciones debidas
a la amputación de algún miembro; mientras el número de los fallecidos asciende a
133.586, de los cuales 15.149 niños.
Según declaraciones de fray Simon Herro,
responsable de la Región San Pablo para la Custodia de Tierra Santa, Siria es un país
devastado, en el que ya no existe nada y la gente se encuentra casi sin fuerzas. Y
donde hace un mes cayó un mortero sobre la cabeza de un niño de 5 años que asistía
al catecismo. Las escuelas prácticamente no funcionan y en diversas zonas, entre las
cuales Aleppo, falta el agua desde hace semanas. “Por suerte, explica fray Simon Herro,
nuestro Convento posee cuatro pozos, por lo que somos capaces de distribuirla a la
población”. Y añade: “Nosotros, los frailes, queremos permanecer. La semana pasada
un joven fraile salió milagrosamente ileso tras la caída de un mortero que no explotó.
Debemos permanecer porque encontrándonos en esta tierra antes de que el conflicto
comenzara, somos capaces de hacer llegar las ayudas a la población directamente. Trabajamos
en los Conventos y en los Centros de acogida que hemos creado gracias a las donaciones
provenientes del Occidente a través de la Asociación pro Terra Sancta. Sin
estas ayudas – prosigue el responsable de la Región San Pablo para la Custodia de
Tierra Santa –la población no lograría sobrevivir”.
Cada día se leen en los
periódicos noticias de hombres, mujeres y niños sirios, pero también iraquíes y ahora
palestinos, que tratan de llegar a Europa con viajes deshumanos, arriesgando su propia
vida. Dejan un país donde en una época existían la seguridad, la honradez y el respeto.
Y quien permanece lo hace porque no tiene medios para partir. Lograr que reciban ayudas,
a través de medicamentos, alimentos y vestimenta, quiere decir darles una posibilidad
para resistir.