El Cardenal Leonardo Sandri dijo a los cristianos orientales que sus lágrimas son
las nuestras, como lo es su esperanza
(RV).- (Con audio) El cardenal argentino
Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, celebró
el pasado 20 de julio en la catedral maronita de Nuestra Señora del Líbano en Los
Angeles, Estados Unidos de América, la Santa Misa con ocasión de la festividad de
los santos Charbel y Elías, que conmemoran los libaneses maronitas de todo el mundo
el tercer domingo de julio.
La Eucaristía contó con la participación de unos
cuatrocientos fieles de las Iglesias Orientales. El purpurado – tal como informa un
comunicado del dicasterio que preside – se hizo intérprete en su homilía del inmenso
dolor por la suerte desesperada de tantas personas inocentes y recordó que los cristianos
de Mosul en Irak y Alepo, en Siria, cuyas casas e iglesias son incendiadas, son los
más afectados pero que toda la zona vive en un estado de inseguridad al que contribuye,
desgraciadamente, la indiferencia de muchos.
Asimismo no olvidó que Palestina
“está en lágrimas”, y que sus habitantes no pueden ser hombres y mujeres cristianos
con serenidad y dignidad. “A todos decimos que sus lágrimas son las nuestras, y que
no obstante, compartimos la misma esperanza, llamada Cristo; y Jesucristo es fiel.
Por eso perseveramos juntos en el mismo viaje”, afirmó el Purpurado.
Tras leer
el llamamiento en favor de los cristianos perseguidos que hizo el Papa Francisco a
la hora del ángelus dominical del pasado 20 de julio, el Cardenal Sandri invitó a
los fieles a rezar en silencio, y renovó la cercanía de las Iglesias Orientales a
cuantos están padeciendo las duras pruebas del odio y de la violencia, en particular
a los patriarcas siro-católico y caldeo, que están junto a sus fieles y a sus obispos,
para compartir sus sufrimientos y perseverar en la defensa de los derechos humanos
y de la libertad religiosa, incluida la de los cristianos que no son extranjeros en
Oriente porque allí nació el cristianismo, allí han mantenido la fe durante dos milenios,
construyendo como ciudadanos generosos el bien de las naciones respectivas y allí
deben seguir dando su aportación a la comunidad humana.