En la Iglesia no existe el “hazlo solo” o los “jugadores libres”. Si el nombre es
“cristiano”, el apellido es “pertenezco a la Iglesia”, el Papa en la Catequesis
(RV).- (actualizado con audios) “La importancia de
pertenecer a la Iglesia”. Éste fue el tema elegido por el Santo Padre en la audiencia
de hoy, quien continuando con la temática del miércoles anterior, resaltó que la
base de la identidad cristiana consiste en formar parte de este Pueblo.
Insistió
en que a la Iglesia no llegamos solos, “no sólo somos cristianos gracias a otros,
sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia nadie va ‘por libre’”,
dijo.
Palabras del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con nosotros en el
Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo, entre el calor y la
posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos permanecieran allí. Pero ellos están
conectados con nosotros a través de una pantalla gigante. Y así, estamos unidos en
la misma Audiencia. Y todos nosotros hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus
enfermedades. Gracias.
En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles
pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que quiere formar un Pueblo que lleve
su bendición a todos los pueblos de la tierra. Empieza con Abraham y luego, con mucha
paciencia – y Dios tiene, tiene tanta- con tanta paciencia prepara este Pueblo en
la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento
de la unión de los hombres con Dios y entre nosotros (cf. Concilio Ecuménico Vaticano
II, Lumen gentium, 1). Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que tiene para el
cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia a la Iglesia.
1.
Nosotros no estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por
su lado, no: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque
nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy
cristiano", el apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia." Es muy bello ver que esta
pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo. Respondiendo
a Moisés, en el maravilloso episodio de la "zarza ardiente" (cf. Ex 3,15), de hecho,
se define como el Dios de tus padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el
Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo, Él se manifiesta como
el Dios que ha establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel
a su pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta relación
de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel tiempo.
2.
En este sentido, el pensamiento va primero, con gratitud, a aquellos que nos han precedido
y que nos han acogido en la Iglesia. ¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es
claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio.
El cristiano es parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un
Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo,
se entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas. Pero nadie,
nadie, se hace cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al
Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros
hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han
transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados
y ellos nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos
nos pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres que
han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que
nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones. Yo recuerdo
siempre tanto el rostro de la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre
me viene a la mente - está en el cielo seguro, porque es una santa mujer - pero yo
la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa - o el rostro del párroco,
un sacerdote o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de
la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una
gran familia, en la que se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos
del Señor Jesús.
3. Este camino lo podemos vivir no solamente gracias
a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el “hazlo tú
solo”, no existen “jugadores libres”. ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito
la Iglesia como un “nosotros” eclesial! A veces sucede que escuchamos a alguien decir:
“yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa”. ¿Cuántas veces
hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener
una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de
la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía
Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces puede
resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos haga problema
o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas,
a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros hermanos y en nuestras hermanas, con
sus virtudes y sus límites, que viene a nosotros y se hace reconocer. Y esto significa
pertenecer a la Iglesia. Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a
la Iglesia. El nombre es “cristiano”, el apellido es “pertenencia a la Iglesia”.
Queridos
amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia,
la gracia de no caer jamás en la tentación de pensar que se puede prescindir de los
otros, de poder prescindir de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos
de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no
se puede amar a Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin
estar en comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a
todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo
y esto es la Iglesia. Gracias.
(Traducción Cecilia Mutual y Eduardo Rubió,
de Radio Vaticano)
Saludo del Papa a los enfermos antes de la Audiencia (audio)
Y como ya viene
siendo habitual el Papa Francisco saludó, antes de dirigirse a la Plaza de San Pedro,
al grupo de enfermos y discapacitados que se encontraban en el Aula Pablo VI para
seguir la audiencia más cómodamente bajo cubierto. Abrazos, caricias, besos, y mucha
ternura. El obispo de Roma saludó uno a todas las personas que allí se encontraban.
Con algunos se hizo fotos, con otros habló más tiempo… Uno de los momentos más especiales
fue cuando tomó en brazos a un niño acompañado por su madre quien rompió a llorar
de la emoción. Palabras que les dirigió al final del encuentro: Ahora les daré
la bendición, luego iré a la plaza a la audiencia, pero hace mucho calor para los
enfermos, para ustedes, y hay peligro de lluvia, y para ustedes es más cómodo seguir
la audiencia en las pantallas, ¿está bien? ¿Es mejor así? Ahora recemos a la Virgen.
Nos bendiga Dios omnipotente. ¡Recen por mí! ¡No lo olviden! Muchas gracias Después,
ya en la Plaza de San Pedro, explicó a los fieles que había estado antes saludando
a un grupo de enfermos que se encontraban en dicha aula, y que “estaban todos unido
en la misma audiencia”, pidió rezar por ellos y por sus enfermedades. (MZ-RV)