En una sociedad de huérfanos, sin memoria de familia, recuperar el sentido de la gratuidad:
el Obispo de Roma a su Diócesis
(RV).- (Con audio) Fue cálido el abrazo
de la diócesis de Roma a su Obispo el lunes por la tarde en la apertura del Congreso
Pastoral de la Diócesis de Roma. Después de agradecer el saludo del Cardenal Vicario
Agostino Vallini, y los testimonios de los catequistas y del párroco Giampiero Palmieri,
Papa Francisco se dirigió a los sacerdotes, catequistas y fieles de Roma. Remarcando
la actualidad del documento Evangelii Nuntiandi - mencionado en la introducción
del encuentro por p. Palmieri - señaló que “también hoy es el documento pastoral
más importante” “el testamento pastoral del grande Pablo VI”.
El Sucesor de
Pedro inició su discurso compartiendo los temores de muchas personas que encontró
durante sus visitas pastorales en las parroquias romanas, también en las cartas que
le envían. Personas que le han manifestado el malestar que viven, “el peso que los
aplasta”, llegando a poner en duda la belleza de la vida:
“Surge en nuestro
corazón la pregunta: ¿cómo hacemos para que nuestros hijos, nuestros jóvenes, puedan
dar un sentido a su vida? Porque también ellos advierten que éste, nuestro modo de
vivir, a veces es deshumano, y no saben cuál dirección tomar para que la vida sea
bella, y para ser felices de levantarse a la mañana”.
Vida “deshumana”
dijo el Papa, de quien deja los hijos durmiendo a la mañana para ir al trabajo, y
los reencuentra por la noche ya durmiendo.
Nuestros jóvenes y niños sufren
de orfandad: “huérfanos de un camino seguro para recorrer, de un maestro del cual
confiarse, de ideales que les calienten el corazón, de esperanzas que sostengan la
fatiga del vivir cotidiano”. “Ellos son huérfanos, pero conservan vivo en su corazón
el deseo de todo esto”.
"Esta es la sociedad de los huérfanos! Huérfanos,
sin memoria de familia, porque, por ejemplo, los abuelos se han retirado, en un hogar
de ancianos, no tienen esa presencia, esa memoria de la familia. Huérfanos, sin el
afecto del ‘hoy’ o un afecto ‘demasiado apurado’: papá está cansado, mamá está cansada,
van a dormir ... ¡Y ellos se quedan huérfanos!¡huérfanos de gratuidad!La
gratuidad del papá y de la mamá que saben pasar perder el tiempo para jugar con sus
hijos”.
“Necesitamos recuperar el sentido de la gratuidad”, señaló, “en
las familias, en las parroquias, en la sociedad en general”.
La gratuidad
humana, dijo el pontífice, es como abrir el corazón a la gracia de Dios: Todo es gratis.
Él viene y nos da su gracia. “Si nosotros no tenemos el sentido de la gratuidad en
la familia, en la escuela, en la parroquia va a ser muy difícil comprender lo que
es la gracia de Dios, la gracia que no se vende, que no se puede comprar, que es un
don, un regalo de Dios: es Dios mismo”.
Jesús nos hizo una gran promesa: No
los dejaré huérfanos (Jn. 14,18) “Aquí está el sentido profundo de la iniciación cristiana”,
señaló: generar la fe significa proclamar que no somos huérfanos. “También la sociedad
reniega sus hijos”, añadió el Papa, porque, por ejemplo, a casi el 40 por ciento de
los jóvenes italianos no da trabajo. Esto significa: “tú no me importas, tú eres material
de descarte”.
Pero, dijo el Papa: “Somos un pueblo que quiere hacer crecer
a sus hijos con la certeza de tener un padre, una familia, una madre”. “Nuestra sociedad
tecnológica - como decía Pablo VI – multiplica al infinito las ocasiones de placer,
de distracción, de curiosidad, pero no es capaz de llevar al hombre a la verdadera
alegría”.
“Para amar la vida, no necesitamos llenarla con cosas, que después
se convierten en ídolos. Se necesita sólo la mirada de Jesús”. La mirada que
nos dice “es bello que tú vivas, tu vida no es inútil, porque a ti se te ha confiado
una gran tarea”. Una nueva mirada que nace del encuentro con Él en este camino de
conversión, camino que no es fácil – observó Francisco – porque se trata de “cambiar
la vida, cambiar el método y cambiar muchas cosas, también el alma”. Es este el camino
que nos dará la identidad cristiana de un pueblo que “sabe generar los hijos” que
es el gran desafío de la Iglesia hoy: “ser Madre”
“¡Madre! No una ONG bien
organizada, con tantos planes pastorales...Tenemos necesidad de ellos, pero no son
lo esencial” - dijo el Papa - “son una ‘ayuda’ a la maternidad de la Iglesia”.
“Si la Iglesia no es madre, es feo decir que se vuelve solterona, pero, ¡se vuelve
solterona! ¡Es así!: no es fecunda”.
La identidad de la Iglesia es la de
evangelizar, que quiere decir “tener hijos”. La iglesia debe cambiar, convertirse
para convertirse en Madre. Por lo tanto debemos pedir al Espíritu Santo la gracia
de la fertilidad para ir hacia adelante “en la conversión pastoral y misionera”. Recordando
también las palabras de Benedicto XVI, Papa Francisco recordó que la Iglesia no crece
gracias al “proselitismo”, sino por atracción y añade, “la atracción maternal”. Es
una Iglesia que ha envejecido un poco, pero que se puede rejuvenecer. “La Iglesia
rejuvenece cuando es capaz de dar más hijos; se vuelve más joven cuanto más Madre
es”. “Estar en la Iglesia es estar en casa con mamá; en casa de mamá. Ésta es
la grandeza de la revelación”.
El individualismo nos lleva a la fuga de
la vida comunitaria, a la fuga de la familia, y esto hace envejecer a la Iglesia.
Tenemos que recuperar la memoria de la Iglesia que es Pueblo de Dios – afirmó – porque
a nosotros “hoy nos falta el sentido de la historia”. En un mundo en el que cual
todo se hace rápidamente, vivimos en el “reino del presente”. “Sólo este momento,
y nada de tiempo”- afirmó- “como en la comunicación: luces, el momento, el teléfono,
mensaje, el lenguaje reducido”… todo se hace con apuro - señaló - porque somos “esclavos
de la coyuntura”. Entonces “debemos recuperar la memoria en la paciencia de Dios”,
que no tuvo prisa en su historia de salvación, y que nos ha acompañado a lo largo
de la historia.
Los caminos de la Iglesia se llaman ‘hoy’ para Francisco:
“acogida” y “ternura”, una Iglesia con las puertas abiertas, que mirará hacia el futuro
con “esperanza y con paciencia’ .
“Me gusta soñar con una Iglesia que viva
la compasión de Jesús”. La compasión es “padecer con” - dijo el Papa – “sentir lo
que otros sienten, para acompañar los sentimientos”. Es “la Iglesia Madre”, como una
madre que acaricia a sus hijos con compasión. “Una iglesia que tiene un corazón sin
fronteras, pero no sólo el corazón, también la mirada, la dulzura de la mirada de
Jesús, que muy a menudo es mucho más elocuente que las palabras”.
Luego un
pensamiento dirigido a los sacerdotes de la parroquia, la fuerza de la Iglesia:
“Quiero
mucho a los sacerdotes, porque no es fácil ser párroco”,- dijo- “es más fácil ser
obispo que párroco…porque los obispos siempre tenemos la posibilidad de escapar o
de escondernos detrás del ‘Su Excelencia’: ¡y eso nos defiende!. En cambio ser párroco,
no es fácil. Cuando te llaman a la puerta ‘pero, padre, y esto y aquello…’. No es
fácil”.
“Queremos una Iglesia de fe que crea que el Señor es capaz de hacerla
Madre, de darle tantos hijos” concluyó el Papa.