Jesús da la fuerza siempre en las fatigas y pruebas cotidianas con el don de Fortaleza
de su Espíritu
(RV).- (Con audio. Actualizado con audio de la traducción de la audiencia en italiano)
“Todos nosotros
conocemos gente que han vivido situaciones difíciles, tantos dolores –expresó el Obispo
de Roma, en una plaza de san Pedro repleta de fieles y peregrinos del mundo-. Pensemos
en aquellos hombres y mujeres que llevan una vida difícil, luchan para llevar adelante
la familia, educar los hijos. Esto lo hacen porque tienen el espíritu de Fortaleza
que los asiste. ¡Cuántos hombres y mujeres que no sabemos el nombre, pero que honran
nuestro pueblo, honran nuestra Iglesia, porque son fuertes para llevar adelante su
vida, su familia, su trabajo, su fe!, pondero Francisco.
“Estos hermanos y
hermanas nuestros son santos –dijo-, santos cotidianos, escondidos en medio de nosotros.
Tienen el don de fortaleza para llevar adelante su deber de personas, de padres, de
madres, de hermanos, de ciudadanos”. Y subrayó “¡Tenemos tantos!”.
El Papa
invitó a agradecer al Señor “por estos cristianos que son de una santidad escondida
pero es el Espíritu dentro que los lleva adelante. Y nos hará bien pensar en esta
gente. Si ellos hacen esto –dijo-, si ellos pueden hacerlo, ¿por qué no voy a poder
hacerlo yo? Y pidamos al Señor el don de la Fortaleza”. (jesuita Guillermo Ortiz
- RV)
Texto completo de la Catequesis del Papa sobre el don de Fortaleza:
(Audio)
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hemos reflexionado sobre los tres
primeros dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento y consejo. Hoy pensemos
en lo que hace el Señor, Él viene siempre a sostenernos en nuestra debilidad y esto
lo hace con un don especial: el don de la Fortaleza.
1. Hay una parábola
que nos ayuda a comprender la importancia de este don. Un sembrador va a sembrar;
pero no todas las semillas que siembra dan fruto. Las que terminan en el camino se
las comen las aves; las que caen en terreno pedregoso o entre espinas brotan, pero
pronto se secan por el sol o ahogadas por las espinas. Solo las que caen en la buena
tierra crecen y dan fruto (cf. Mc 4,3-9 / / Mt 13:3-9 / / Lucas 8,4-8). Como el mismo
Jesús cuenta a sus discípulos, este sembrador representa al Padre, que difunde abundantemente
la semilla de su Palabra. La semilla, sin embargo, a menudo, choca con la aridez de
nuestros corazones y, aun cuando viene recibida, a menudo se mantiene estéril. Con
el don de la Fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera la tierra de nuestro corazón,
la libera del letargo, de las incertidumbres y de todos los miedos que pueden detenerlo,
de modo que la Palabra del Señor sea puesta en práctica, de manera auténtica y alegre.
Es una verdadera ayuda este don de la Fortaleza, nos da fuerza, incluso nos libera
de tantos impedimentos.
2.Hay también momentos difíciles y situaciones
extremas en las cuales el don de la Fortaleza se manifiesta de modo extraordinario,
ejemplar. Es el caso de aquellos que tienen que afrontar experiencias particularmente
duras y dolorosas, que perturban su vida y la de sus seres queridos. La Iglesia resplandece
por el testimonio de tantos hermanos y hermanas que no han dudado en dar la propia
vida, con tal de permanecer fieles al Señor y a su Evangelio. También hoy no faltan
cristianos que en tantas partes del mundo continúan celebrando y testimoniando su
fe, con profunda convicción y serenidad y resisten también cuando saben que esto puede
costar un precio muy alto. También nosotros, todos nosotros conocemos gente que ha
vivido situaciones difíciles, tantos dolores. Pensemos en aquellos hombres y en aquellas
mujeres que llevan una vida difícil, luchan por llevar adelante la familia, educar
a los hijos, pero esto lo hacen porque está el Espíritu de la Fortaleza que los ayuda.
Cuántos, cuántos hombres y mujeres, de los cuales no conocemos el nombre, honoran
nuestro pueblo, honoran nuestra iglesia porque son fuertes, fuertes en el llevar adelante
su vida, su familia, su trabajo, su fe. Pero estos hermanos y hermanas nuestros son
santos, santos cotidianos, santos escondidos, en medio de nosotros. Tienen precisamente
el don de la Fortaleza para llevar adelante su deber de personas, de padres, de madres,
de hermanos, de hermanas, de ciudadanos. Tenemos tantos, tantos. ¡Agradezcamos al
Señor por estos cristianos que tienen una santidad escondida, pero es el Espíritu
dentro que los lleva adelante! Y nos hará bien pensar en esta gente, si ellos hacen
esto, si ellos pueden hacerlo ¿por qué yo no? Y pedirle al Señor que nos dé el don
de la Fortaleza.
3. No se debe pensar que el don de la Fortaleza sea necesario
solamente en algunas ocasiones o situaciones particulares. Este don debe constituir
la característica esencial de nuestro ser cristianos en la normalidad de nuestra vida
cotidiana. Como he dicho, en todos los días de la vida cotidiana tenemos que ser fuertes,
tenemos necesidad de esta Fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia,
nuestra fe.
Pablo, el apóstol Pablo, ha dicho una frase que nos hará bien
escuchar: “Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.” (Fil 4,13). Cuando llega la
vida ordinaria, cuando llegan las dificultades, recordemos esto: “todo lo puedo todo
en aquel que me conforta”. El Señor da la fuerza, siempre, no falta. El Señor no nos
prueba más de lo que nosotros podemos tolerar. Él está siempre con nosotros, “todo
lo puedo en aquel que me conforta”.
Queridos amigos, a veces podemos estar
tentados de dejarnos vencer por la pereza o peor, por el desaliento, sobre todo de
frente a las fatigas y a las pruebas de la vida. En estos casos, no perdamos el ánimo,
invoquemos al Espíritu Santo para que, con el don de la Fortaleza, pueda aliviar nuestro
corazón y comunicar nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguimiento
de Jesús. Gracias.
Traducción del italiano: Eduardo Rubió y María Cecilia
Mutual
Muchos dan testimonio de fe aún a costa de la vida, gracias
al don de Fortaleza que infunde el Espíritu, que también nos sostiene y fortalece
en las fatigas y pruebas diarias, expresó Francisco
(RV).- (con audio)
En una Audiencia General
con tantísimos fieles y peregrinos del mundo, pero también con muchísimo viento en
la Plaza de san Pedro, el obispo de Roma, se refirió a la Fortaleza en su Catequesis
sobre los dones del Espíritu.
Muchos hombres y mujeres dan testimonio de fe
aún a costa de la vida, gracias al don de Fortaleza que infunde el Espíritu, que también
nos sostiene y fortalece en las fatigas y pruebas diarias, para que no nos dejemos
llevar por el desaliento y busquemos la santidad en nuestra vida ordinaria, expresó
el Papa Francisco
El Vicario de Cristo dijo que tanto en uno como en otro caso
“es necesario que al don de fortaleza se le una la humildad del corazón”. Y exhortó
a pedir a la Virgen que el Espíritu Santo “nos conceda el don de fortaleza, para que
sepamos seguir siempre a Jesús con alegría y perseverancia”. (jesuita Guillermo Ortiz
- RV)
Texto completo del Papa en español:
Queridos
hermanos: En nuestra vida frecuentemente experimentamos nuestra fragilidad,
nuestros límites y clausuras. Con el don de fortaleza, el Espíritu Santo nos ayuda
a superar nuestra debilidad, para que seamos capaces de responder al amor del Señor.
Hay momentos en que este don se manifiesta de modo extraordinario, como ocurre en
el caso de tantos hermanos nuestros que no han dudado en entregar su vida por fidelidad
al Señor y a su Evangelio. También hoy sigue habiendo muchos cristianos que, en distintas
partes del mundo, dan testimonio de su fe, con convicción y serenidad, aun a costa
de sus vidas. Esto sólo es posible por la acción del Espíritu Santo que infunde fortaleza
y confianza. Sin embargo, no debemos pensar que este don es sólo para las circunstancias
extraordinarias; también en nuestra vida de cada día el Espíritu Santo nos hace sentir
la cercanía del Señor, nos sostiene y fortalece en las fatigas y pruebas de la vida,
para que no nos dejemos llevar de la tentación del desaliento, y busquemos la santidad
en nuestra vida ordinaria. Pero para que todo esto sea realidad, es necesario que
al don de fortaleza se le una la humildad del corazón. ******** Saludo
con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos
de España, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos.
Pidamos a la Virgen María que, por su intercesión, el Espíritu Santo nos conceda
el don de fortaleza, para que sepamos seguir siempre a Jesús con alegría y perseverancia.
Muchas gracias y que Dios los bendiga.